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¡Agua!

Seguimos con la historia. Un día alguien tuvo la idea de comercializar el agua, que Dios había creado para todos, como el aire y el fuego.

Ayer estaban los patos de fiesta. ¡Claro! Era el día del agua, su elemento favorito desde cuando Dios creó las aguas y les dio la orden: Patos al agua. Los animalitos obedecieron y desde entonces lo siguen haciendo, igual que los políticos de ahora, que no hacen nada sino nadar entre las sabrosas y productivas aguas de la política, y cuando tienen que lanzarse a las torrentosas aguas de las campañas electorales lo hacen, destapando sus nombres y renunciando a sus cargos de la burocracia.

Pero esa, la de los políticos, es otra historia. Hablemos del agua. Para Dios, por algo es Dios, fue muy fácil crear el agua: Juntó dos moléculas de hidrógeno con una de oxígeno, y listo: hizo el agua.

Creó los mares, pero se le fue la mano en la sal, y aquellas moles de agua le quedaron saladas en extremo. Hizo entonces los ríos y las quebradas y los caños, con agua dulce, para compensar la salinidad de los mares. Y por si fuera poco creó las nubes, cargadas de lluvia, para refrescar la tierra y para regar matas y cultivos.

El agua lluvia tiene un olor característico. Mi mujer, de vez en cuando, se asoma a la puerta, orienta la nariz hacia el horizonte y dice con la seguridad de los años vividos: “Huele a tierra mojada. Va a llover”. Y, en efecto, en breve comienzan a caer los primeros goterones.

No he encontrado en la Biblia ni en ninguna encíclica, pero la gente lo dice, que las lluvias y el sol las controla San Pedro desde el cielo, con una palanca de cambios. No sé por qué le adjudicaron ese trabajo al pobre viejo, que seguramente se duerme sobre la palanca y olvida los cambios que debe hacer. Supongo que al cielo no han llegado los últimos adelantos tecnológicos y por lo tanto no han sistematizado el control de las lluvias sobre la tierra. Cuando eso suceda, bastará con un clic para cambiar de sol a lluvia o viceversa.

Seguimos con la historia. Un día alguien tuvo la idea de comercializar el agua, que Dios había creado para todos, como el aire y el fuego. Alguien inventó los barriles y los tanques y los llenó de agua para venderla. La vendió, y ese fue su gran negocio, y desde entonces los demás mortales tenemos que pagar por consumir algo que es nuestro. Se desvirtuó así la creación del mundo, que fue hecho para que los humanos viviéramos felices.

Qué felicidad va a ser tener que pagar, mes a mes, el recibo del agua, que sube y sube, y si no se paga, nos cortan el chorro. Qué felicidad va a ser no poder ni bañarnos todos los días, ni regar las matas del jardín, ni jartar toda el agua que uno quiera.

En Cúcuta les hemos tenido miedo siempre a los terremotos, a las inundaciones cuando llueve y a los vientos que tumban árboles y desbaratan techos. Pero ahora, también vivimos con miedo de que los del acueducto nos quiten el agua. “Ahí vienen los de Aguas Kpital”, grita alguien en la calle, y todos corremos a mirar por las hendijas de la puerta para ver a quién le van a cortar el servicio.

Yo creo que está haciendo falta la creación de otro mundo, donde no se pague el agua ni la luz ni la tierra, donde no haya corrupción, es decir, donde no haya políticos. Lo malo es que hay que meterle candela al mundo actual, y que se achicharre como los añoviejos del 31 de diciembre.

Jueves, 23 de Marzo de 2017
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