Un breve recuento de tipo electoral para aterrizar en un tema puntual de moda en estos días, el Brexit, abreviatura de dos palabras en inglés, Britain (Gran Bretaña) y exit (salida), que significa la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
El sistema de la papeleta distribuida en los puestos de votación para la elección de congresistas y presidente de la República viene de mediados del siglo XIX y cuando se inició el periodo de la Regeneración en Colombia (1886) se implementó el sistema que cuando se sufragaba se debía especificar por quién se votaba como principal y por quién como suplente.
En las elecciones presidenciales de 1990, en las que resultó elegido César Gaviria Trujillo - luego de una campaña electoral dramática donde resultaron asesinados cuatro candidatos presidenciales-, se usó por primera vez la tarjeta electoral, conforme a la ley 62 de 1988, artículo 124, que sustituyó al viejo esquema de la papeleta que el ciudadano encontraba en los puestos de votación por cada partido.
Lo cierto es que las críticas no se hicieron esperar, y aún, cuando se contabilizan los tarjetones nulos, se escuchan voces inconformes con este sistema, porque si bien es cierto que la norma citada ordena imprimir en el tarjetón “los símbolos, emblemas y colores de los diferentes partidos o movimientos políticos que participen en las votaciones, con impresión clara del nombre y apellidos del respectivo candidato”, con el fin de orientar al elector, no es menos cierto que en un país con altos índices de analfabetismo el tarjetón fue una novedad dura y cruel para muchos electores, y aún lo sigue siendo por falta de instrucción y cultura política.
Del referendo que se celebró en el Reino Unido el pasado 23 de junio creo que el mundo entero quedó atónito o aterrado cuando, precisamente al día siguiente, los que sufragaron positivamente por el sí al Brexit, que se dejaron engatusar por la publicidad política y el miedo que les infundieron por la inmigración musulmana, estaban pidiendo otro referendo porque estaban arrepentidos, lo que demuestra que la ausencia de educación o cultura política no es solo nuestra, también en Europa se cuecen habas, porque en ese preciso momento los electores arrepentidos advirtieron las consecuencias de su decisión irreversible, entre otras, perdieron el derecho a vivir y trabajar en 27 países, como si hubiese sido difícil preverlo.
Como diría en Barranquilla Marcos Pérez Caicedo, en su radioperiódico “Informando”: les quedaría la cabeza echando humo con ese descubrimiento.
