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Caminos maltrechos
El inconveniente no es únicamente para quienes pretendan hacer turismo, sino también para los habitantes de la zona.
Sábado, 19 de Agosto de 2017

Las vacaciones de mitad de año que, recién pasaron, o las de diciembre, siempre serán momentos propicios para viajar, conocer nuevos sitios o desandar la geografía. 

Todo ello podría hacerse realidad con tantos pueblos y parajes que tiene Norte de Santander en las distintas provincias, las que cuentan con diversos climas, costumbres y acentos.

Los que nacimos en un pueblo y nos fuimos a vivir a otro sitio o simplemente nos llevaron porque había que buscar otras oportunidades, siempre anhelamos volver a la patria chica, recorrer sus calles, pasear por sus veredas, encontrarse con viejos amigos y revivir momentos gratos de tiempos pretéritos. 

Por esta razón es que se han organizado los festivales del reencuentro, para juntar a los paisanos que algún día se marcharon.  

En nuestro departamento es bien difícil materializar esos anhelos y hacer realidad las añoranzas porque al viajar a los pueblos cercanos se debe hacer por carreteras en muy mal estado. 

Donde alguna vez hubo pavimento está tan deteriorado que ya solo en pequeños tramos asoma entre el pedregal y el tierrero en que se han convertido esas vías. En otros sitios nunca ha llegado la cinta asfáltica.

Otro motivo para ir de paseo a un municipio próximo a Cúcuta es conocer al nuevo Gramalote, por la curiosidad de saber cómo quedó ese poblado que se construyó con unos retrasos que en buena medida injustificados y solo explicados por la tramitología y la burocracia, que todo lo postergan. 

Pero en fin, ese corto trayecto solo tiene dos tramos con una carretera en buenas condiciones, desde Cúcuta hasta San Cayetano y en los últimos 8.800 metros que corresponden a la variante que parte de la carretera que lleva al antiguo Gramalote del cual ya no quedan sino vestigios del templo y el parque principal.

Para viajar a los pueblos de occidente: Santiago, Lourdes, Salazar, Arboledas y Cucutilla, hay que hacerlo por esta deteriorada vía, la cual contrasta de manera poderosa con las carreteras de los pueblos del occidente del país, los del eje cafetero y Antioquia, por mencionar algunos ejemplos. 

Es deplorable que nunca se haya prestado la suficiente atención a ese corredor vial que termina en Pamplona de una parte y en Sardinata por otro lado.

Las distancias no son largas. Así por ejemplo, entre Cúcuta y Arboledas, mi pueblo natal y del gobernador William Villamizar, es de solo 77,6 Km (según Google) trayecto que debería recorrerse en una hora y media con una velocidad promedio de 50 km/hora. 

Pero el tiempo que se invierte es el doble, gracias al estado actual de la estrecha y maltrecha carretera.  

El inconveniente no es únicamente para quienes pretendan hacer turismo, sino también para los habitantes de la zona que es agrícola por naturaleza, ellos tienen todo tipo de problemas para transportar a la cabecera municipal sus productos y luego sacarlos de allí y comercializarlos en las plazas de mercado, principalmente en Cúcuta.

Con ese panorama, la ruta se cambia, el paseo por más romántico que sea pierde interés, lo apropiado es buscar otro destino o postergarlo hasta cuando la vía sea adecuada apropiadamente, tal vez no sea muy lejos en el tiempo si los planes de la gobernación abarcan esta obra para salir del atraso en que estamos en esta materia.

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