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Carta al expresidente

Es triste pensar que usted sólo hable de guerra por ello me surgen estas dudas.

Reconocido expresidente:

Como colombiano debo manifestarle mi perplejidad por su insistente deseo de usar su discurso político para direccionar a un grupo de colombianos que lo admiran a apoyar un eventual “No” en el plebiscito que buscará refrendar el acuerdo final de terminación del conflicto con las Farc.

Debo decirle que pese a los innegables hechos positivos que han surgido desde el 20 de julio del 2015 cuando se decretó un cese unilateral al fuego por parte de las Farc a través del cual se han salvado vidas civiles y militares, se ha renunciado formalmente al reclutamiento de menores de 16 años, se ha iniciado el desminado en varios municipios del país, se han reducido en un 90% las voladuras a oleductos, tomas de pueblos y municipios; aún tengo optimismo moderado en el resultado de la negociación en curso.

No ha sido fácil para mí cambiar ese optimismo moderado por uno absoluto por cuanto no sufro de amnesia para olvidar la cantidad de crímenes atroces que han cometido las Farc a lo largo de su lucha armada. Las víctimas son muchas pero es por ellas y por las generaciones presentes y futuras de colombianos que me llevan a creer que es mejor un acuerdo final de terminación del conflicto que tenga como base a esas mismas víctimas y no una guerra perpetua que convierta un medio en fin como usted lo ha afirmado: “la seguridad democrática es un medio para lograr el mayor fin de todos LA PAZ”.

También soy consciente que muchos agentes del Estado colombiano han sido condenados en distintas instancias judiciales nacionales e internacionales por cometer crímenes graves contra la población civil, por aliarse con grupos armados de ultraderecha –paramilitares, autodefensas, bandas emergentes- y que pese a que siempre he creído que al Estado –quien se supone nos debe representar y proteger- hay que exigírsele un nivel de comportamiento moral superior al de cualquier grupo armado ilegal, también tendrá la oportunidad de confesar su verdad, acogerse a los beneficios de la jurisdicción especial de paz y así reiniciar la historia política de nuestro país hacia un único propósito: una Colombia en paz y con una democracia constitucional robusta.

Usted, por ejemplo, planteaba hace unos años que el país debía decidir entre “el comunismo disfrazado y la seguridad democrática”. Disyuntiva extremista que desde entonces rechacé por amañada. Será que en esa misma dialéctica podría plantearse ahora que los colombianos deberán decidir entre el militarismo o la perpetuación del conflicto armado y un país con posibilidades de terminar un conflicto sanguinario, una guerrilla cruel, lograr una transformación del campo con mayor justicia social?

Es triste pensar que usted sólo hable de guerra por ello me surgen estas dudas: ¿qué haría usted sin conflicto armado en Colombia y a qué se dedicaría?, ¿será que exportaría las tesis guerreristas a otros países con conflicto?, ¿se dedicaría a adoctrinar militares y mercenarios de otros países? Si porque revisando sus propuestas y discursos usted habla muy poco de políticas públicas de inclusión social, luego por ello me surgen esos interrogantes.

Por lo dicho señor expresidente le pido como ciudadano que reconsidere su postura frente al futuro acuerdo de terminación de la guerra con las Farc. No permita que la historia lo juzgue por oponerse sin razones jurídicas y políticas sólidas a este momento democrático que partirá nuestra historia en dos: antes con Farc y después sin Farc. Aún es tiempo de dejar a un lado el fundamentalismo religioso e ideológico y tomar la mejor decisión de su vida: ayudar a que desaparezcan las Farc como grupo guerrillero.

Sinceramente,

Un colombiano de a pie.

 

Jueves, 25 de Agosto de 2016
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