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De animales a dioses

La población mundial pasó de ser un 100% de cazadores-recolectores al 90% de población campesina en la época moderna tardía.

Parece ser que el hombre era feliz hace miles de años cuando su oficio era cazador recolector. Tenía la naturaleza disponible que le proporcionaba todo lo necesario. Trabajaba en equipo y no tenía que soportar jefes ni cuentas por pagar todos los meses. No conocía el estrés, no tenía angustias, ni se preocupaba por el sentido de la vida. Era consciente de su naturaleza animal y vivía.

Pero era curioso y observaba. En el transcurso de cientos de generaciones se dio cuenta que podía cultivar y empezó a hacerlo inventando la agricultura. El hombre creyó que dominaba las plantas porque las cultivaba pero fueron estas quienes lo dominaron y esclavizaron para siempre.  

La agricultura tuvo consecuencias transcendentales. La población mundial pasó de ser un 100% de cazadores -recolectores al 90% de población campesina en la época moderna tardía. Lo anterior fue el fundamento de sistemas políticos y sociales a gran escala. Aunque los diligentes campesinos nunca consiguieron su seguridad económica sus excedentes fueron a parar a los gobernantes y elites quienes les dejaban solo lo de la subsistencia. Pero dichos excedentes alimentarios confiscados impulsaron guerras, y consolidaron el arte y la filosofía.

Los excedentes con una tecnología de transporte permitieron que se pudieran aglomerar personas primero en aldeas, después en pueblos y finalmente en ciudades.

Para el éxito el homo sapiens requiere cooperación en masa esto lo ha logrado gracias a los mitos compartidos y el establecimiento de normas como los diez mandamientos o el código Hammurabi aproximadamente en 1776 AC.

Las ideas expresadas son parte del libro “De animales a dioses” del historiador Yuval Noah Harari, quien en 492 paginas nos da un paseo interesantísimo sobre la historia de la humanidad.

Plantea que la organización de grandes grupos humanos solo es posible mediante órdenes imaginados. Cómo se hace para que la gente crea en un origen imaginado como el cristianismo, la democracia o el capitalismo. En primer lugar no admitiendo nunca que el orden es imaginado. Se afirma que el orden que sostiene a la sociedad es una realidad objetiva creada por los dioses o por las leyes de la naturaleza. También se educa de manera concienzuda a la gente desde que nace recordándoles constantemente los principios del orden imaginado que se incorporan a todas y a cada una de las cosas. El capitalismo como el cristianismo o la democracia son conceptos imaginados e impuestos en los que todos hemos creído pero que no dejan de ser mitos.

La humanidad ha tenido tres grandes ideas unificadoras: el dinero, lo imperios y la religión, siendo esta última la que le confiere a la organización una legitimidad sobrehumana. Las religiones afirman que nuestras leyes no son el resultado del capricho humano, sino que son ordenadas por una autoridad absoluta y suprema. Esto ayuda a situar algunas leyes fundamentales más allá de toda contestación, con lo que se asegura la estabilidad social.

Pero adonde va la historia, o tiene la historia una dirección, Yuval cree que sí, si nos ubicamos a una buena distancia de los acontecimientos con vista de satélite en esta posición ventajosa la historia se desplaza implacablemente hacia la unidad. Nos convertiremos en una aldea global, lograremos dominar las enfermedades, no todos, claro, solo tendrán acceso a ello los que tengan recursos, y nos convertiremos en dioses hechos a sí mismos. Nunca encontraremos satisfacción en nuestra búsqueda de comodidad y destrucción del planeta, y remata su libro con una pregunta: ¿hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?

Viernes, 15 de Julio de 2016
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