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Desarrollo sostenible y competitividad

El área urbanizable de Cúcuta se ha venido reduciendo de manera acelerada, inversamente proporcional a como lo hizo su población.

A propósito de la propuesta de Findeter de incluir a Cúcuta en el programa de ciudades sostenibles y competitivas, vale la pena hacer unos comentarios sobre el particular, para que el tema no pase de ser una moda, como pasó con el ISO 9000, que hoy ya no marca ninguna diferencia, porque dejaron el cascaron y no revolvieron el fondo.

Lo primero a recalcar es que el desarrollo sostenible empieza por lograr el desarrollo económico, para que haya algo que sostener, porque el subdesarrollo, como lo he mencionado una multitud de veces, se sostiene solo y Cúcuta es un ejemplo sólido de ello. Una vez definido como lograr el desarrollo, es necesario garantizar que se haga de manera ambientalmente sostenible y con impacto social positivo. Pero para saber para donde vamos, debemos saber dónde estamos y que queremos.

En un proyecto de grado recientemente realizado se mostró que Norte de Santander, donde el área metropolitana de Cúcuta hoy aporta más del 60%, representa menos del 2% del PIN nacional, menos de la tercera parte de Santander.

El área metropolitana tiene gravísimos daños ambientales en la destrucción de bosque seco y fuentes de agua, que ha hecho que la ciudad sea hoy dos grados Celsius más caliente que su componente histórico, con las consecuencias en desertificación y atracción de vectores epidémicos.

En lo social, el área metropolitana de Cúcuta, se mantiene en la media nacional, lo cual significa que tiene los mismos problemas de salud, educación, justicia e inequidad del país, uno de los más inequitativos del planeta. Excepto en seguridad, donde somos una ciudad en la mira del crimen organizado, llámese guerrilla, paramilitares, carteles o bandas criminales.

Esa fotografía difícil se refleja en el desorden urbano del territorio, que adolece de una verdadera planeación, que como mencionaba en mi columna anterior, solo puede hacerse desde lo metropolitano e integrando posibles desarrollos en transporte masivo y privado, con usos mixtos del suelo. Los POT hoy son un canto a la “planeación”, donde una burocracia nacional “exige” metodologías y traslada sesgos de identidad política centralista y en lo local se concentra en legalizar barrios y “hacer acuerdos” para ajustar el POT. No solo no son una planeación real, son instrumentos legales de “utilidad política”.

El área urbanizable de Cúcuta se ha venido reduciendo de manera acelerada, inversamente proporcional a como lo hizo su población, que paso de menos de 150.000 habitantes en los años 60, a casi 900.000, hoy. Ningún desarrollo sostenible puede realizarse sin reformular lo urbano, a la luz de la propuesta de desarrollo sostenible que se establezca. 

La historia nos muestra hacia donde debe dirigirse la ciudad con un objetivo claro. La mejor época de Cúcuta fue la que duró desde 1888 hasta 1960, la época del tren, que permitió a la ciudad integrarse con el mundo logrando competitividad. Porque eso es ser competitivo, que la ciudad tenga carácter propio y solo se logra a través del desarrollo.

Buscar una conexión férrea económicamente eficiente al Magdalena debería ser un propósito, que llevara a la ciudad a tener carácter como hub logístico y que se integre al Sistema Integrado de Transporte Metropolitano. Lo ambiental y lo social, solo se logran con una nueva institucionalidad. 

El desarrollo sostenible solo se puede plantear desde lo metropolitano y con adecuada institucionalidad, que es el gran escollo a superar, nuestro actual modelo del manejo de lo público. Este es un caso perfecto de modelo complejo que es muy difícil que se pueda desarrollar desde la burocracia nacional con apoyo de autoridades locales, quienes luchan todo el día por su cuotica de poder en el acueducto, o en el SITM, o en su POT, o en salirse del área metropolitana.

Además, es un proceso de mejoramiento continuo, seguimiento en tiempo real y lucha contra poderosos intereses; por menos barreas, dejó de ser valioso el ISO 9000.

Viernes, 19 de Mayo de 2017
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