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Desde nuestra orilla agropecuaria

Aquí los grados (Richter) están dados por el nivel de locura con que se levante nuestro autoritario y maniatado vecino.

Agitados por decir lo menos han resultado para los burócratas del Estado y para nosotros los gremialistas estos días posteriores al sorpresivo cierre de la frontera. Todos – incluido el suscrito - con sanos propósitos queremos ser los convocantes de la que pensamos, es la reunión que estaba faltando.

Esta tragedia, a diferencia de otras que a través de la historia se han dado en el país, tiene varias particularidades que como todo lo nuestro, la hacen única. Comencemos por decir que su origen no estuvo dado por esas duras pruebas que a veces nos pone el “creador”. Me acuerdo por ejemplo de Armero o de Popayán con miles de muertos y un paisaje de ruina y desolación. 

Aquí, aunque también algunos lo consideran un castigo “divino” por tanta corrupción, su medición no está dada en las toneladas de lava y barro del deshielo del nevado del Ruiz o en grados Richter que registraron los terremotos de Popayán y el río Páez. 

Aquí los grados están dados por el nivel de locura con que se levante nuestro autoritario y maniatado vecino.

Ahora bien, aquellas tragedias contaron con sendos programas del gobierno nacional que realmente transformaron esas economías regionales. 

Aquí, seguramente el presidente Santos diseñará nuestro “Plan Frontera”  en el marco de la ya firmada Emergencia Económica, solo que la diferencia es que la tragedia nuestra, a pesar de la evidente buena voluntad del jefe de estado y su equipo de gabinete, tomó al gobierno nacional con las arcas vacías.

Por eso, y para no quedarme atrás de los que ya han justificado su salario, quiero incluir en el léxico de esta crisis, además de palabras ya populares como: coyuntura, desafío, medidas de choque, cambio estructural, deuda social y una que me gusto mucho; “efecto fósforo” que creo quiere decir: prende rápido, calienta y se apaga – entiéndase  “subsidios”, una que se denomina Inversión Internacional.

En varios recortes de prensa hemos visto al alcalde de Cúcuta y a nuestro gobernador anunciar con gente del extranjero alianzas público – privadas, APP, en proyectos tan trascendentales como la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales para Cúcuta, PTAR o la construcción del Embalse Multipropósito del Cínera. Con esos dos Megaproyectos estaríamos, no solo inyectando billón y medio de pesos a la economía regional y creando miles de empleos fijos, sino que estaríamos  reconciliándonos con la naturaleza, a la cual tanto le debemos.

Y tengo ñapa, como dicen en algún noticiero nacional, dos proyectos de adecuación de tierras. El primero está ubicado en la región de La Llana entre Sardinata y Tibú, y el segundo en la convulsionada región de La Gabarra. Le sumariamos al desafío del Ministerio de Agricultura de incluir un millón de hectáreas a la agricultura comercial, la no despreciable cuota regional de 50.000 nuevas criollitas y de nosotros. 

Viernes, 18 de Septiembre de 2015
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