La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
¿Diomedízate?
En Cartagena se redujo la inseguridad, porque el seriado cautivó tanto a los malhechores.
Martes, 2 de Junio de 2015

Grande fue la alegría de muchos colombianos cuando empezó por un canal nacional de televisión la bionovela Diomedes, que narra la historia del fallecido Diomedes Díaz Maestre, famoso cantautor de vallenatos.

A tal punto llegó la sintonía de esta producción que muchos medios de comunicación informaron que en Cartagena, en el horario de transmisión de la novela, se redujo la inseguridad, porque el seriado cautivó tanto a los malhechores que los recogió frente a la pantalla chica para ver la representación de quien también fuera su ídolo.

La única condición de Diomedes Díaz para entregar los derechos fue que previamente se entrevistara con Fernando Gaitán –el mismo de Betty la fea-, lo cual contrasta enormemente con la novela Escalona, pues en aquella Rafael Escalona cedió derechos con la condición que no lo presentaran como contrabandista, beodo y mujeriego –lo que había sido- y la novela fue un éxito con el cantante Carlos Vives como protagonista.

No tuvo Diomedes la precaución de Escalona en el sentido de exigir al canal que la parte oscura de su vida personal tuviera una presentación decorosa y no burda, lo que sí se puede hacer en biografías escritas, como la que escribió el periodista Oscar Montes sobre Diomedes en el libro “Vivir más no pude”.

Tengo la certeza que muchos padres de familia, que ven la novela con sus hijos, sienten algún resquemor cuando ven en la pantalla a Diomedes “metiendo vicio” o cuando aparece un personaje de cabello crespo, su productor de sonido, con el tono y la jerga propia del colino y fue quien inició al artista en las drogas, por lo menos en la novela.

Desde luego que el aspecto oscuro de la vida de Diomedes no se puede obviar, hay que presentarlo, pero hay que saberlo presentar. Cuántas veces hemos visto en otras producciones que cuando una pareja va a tener sexo solamente presentan la intención y dejan el resto a la imaginación. Eso es altura, máxime, cuando muchos jóvenes están cautivados por esta bionovela, y no basta con un letrero que diga que empieza la programación para adultos. No se trata de una actitud conservadora sino de eliminar la chabacanería, la ausencia de arte y gusto, que paulatinamente se ha entronizado en la televisión y la música vallenata, entre otros.

En la primera parte de la bionovela estuvo el gancho que cautivó a los colombianos: los paisajes hermosos de la Guajira y el Cesar, el legendario colegio Loperena, la representación de conocidos juglares de la música proveniente de la Ciudad de los Santos Reyes del Valle del Cacique Upar, el arrevolverado “Mono” Arjona y lo mejor de todo, la que enamoró a los colombianos, la angelical Laura Rodríguez representando inicialmente a la juvenil Lucía Arjona, el amor de Diomedes.
 
Si lo fundamental en la producción son los aspectos turbios en la vida del personaje y no la exaltación de su aporte al folclor, como clama su familia, no podemos diomedizarnos.  No señor. He dicho.

Temas del Día