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El horizonte cerca del corazón
El ser humano ha sabido perseverar con dignidad.
Domingo, 17 de Enero de 2016

La historia de las derrotas es larga y se adhiere al desarrollo de cada uno de nosotros; pero, no sé de dónde (o sí sé) de ellas surgen razones para continuar el camino y reanudar las relaciones con la vida, afianzando lo bello y majestuoso de ser sujeto de pensamiento y poseer en uno las semillas de la verdad, de las que debe germinar un modelo de armonía individual y el respeto por sí mismo.

Alrededor de todo está la esperanza, como respuesta a las pobres divagaciones de nuestros estados de derrota: es necesario continuar, sin atenuantes, sin hacer honor a las debilidades y al sentido, innato, de considerarse uno víctima del azar y de los demás.

A pesar de lamentar a veces que no hay resultados, los esfuerzos sostenidos van depositándose en un fondo de saber que se va a mostrar luego, cuando el destino haya comprobado que ya es suficiente la prueba y que, de todo eso, el ser humano ha sabido perseverar con dignidad.

Entonces uno siente que va creciendo y que es abundante la reacción íntima que va cubriendo el alma de una especie de refuerzo vital, o mejor espiritual, para darse a la brega, juntas el alma y el destino, a la misión de engrandecer el contexto de la existencia. ¿Cómo? 

Con una clara versión de ir superando las inconsistencias y, sobretodo, no renunciar al derecho de ser uno integral, maduro, serio y trascendente, en una ardua insistencia a treparse sobre el pasado para poder ver el horizonte de nuevo.

Porque luchar por la dignidad es echar raíces de evolución y hacer brotar la red de ilusiones necesaria para la subsistencia, para consolidar la fortaleza de estar creando espacios y tiempos retadores (y vencedores) de los malos hados, del pesimismo inherente a lado fácil del ser humano.

El tiempo de cada uno de nosotros vendrá más generoso si así lo deseamos, después del esfuerzo que nos hace recordar que las derrotas abonan la humildad; de manera que está en nosotros disminuir la distancia y acortar el tiempo: el horizonte está más cerca del corazón que de la mirada.

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