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El Noveno Círculo

Contiene un simbolismo social impresionante en la ronda cuarta, que castiga con el fuego más intenso y en el que se halla Satanás.

¡Oh, vosotros los que entráis, perded toda esperanza!

“El infierno”. Dante Alighieri.

En el infierno, Dante colocó el Séptimo Círculo, que dividió en tres giros, en medio de un diluvio de fuego y llamas lacerantes a los usureros y en él a los sodomitas, como retratando los prejuicios bíblicos que hoy se valoran al revés. El otro día en una excelente columna del Espectador, Armando Montenegro colocó allí, al Fondo Monetario Internacional, el mayor prestamista de dinero del mudo. El Séptimo Círculo de la maldad, lo imaginaba el dante en anillos,  e incluyó también a los violentos, como los terroristas, dos de los males del planeta en la actualidad.

En  El Octavo Círculo imaginó metidos a los fraudulentos,  en diez recintos, como salas separadas, en el primero todos los rufianes, a los aduladores, a los herejes, a los brujos y astrólogos, en el quinto recinto encerró  a los políticos corruptos, custodiados por unos diablos torturadores llamados “malebranches” o malas garras, en el sexto recinto a los hipócritas, en el octavo recinto introdujo a los malos y desleales asesores. 

En el Círculo Noveno del infierno, que dividió en cinco rondas, Dante colocó a los traidores. En la ronda cuarta llamada Judeca en mención a Judas Iscariote, metió a quienes traicionan a sus benefactores. A los que traicionan a su patria, su región  y su ciudad. En el centro del infierno está satanás, que traicionó a Dios con tres caras, una roja, una negra y otra de color amarillo pálido. 

Ese círculo noveno del infierno contiene un simbolismo social impresionante en la ronda cuarta, que castiga con el fuego más intenso y en el que se halla Satanás. Traicionar la patria, la región y la sociedad es como destruir el gregarismo de la especie. Es justificar el desarraigo, es perder y borrar todo concepto de familia, es borrar las tradiciones de todo grupo social, es destruir los valores cimentados en cientos de años por un grupo, es perder la práctica de las costumbres que miden el carácter de la gente, es aceptar las olas extrañas de todo orden que destruyen los conceptos anteriores.

Esta reflexión se viene a mi magín, al observar que los raizales norteños, cucuteños, no reaccionamos ante los bárbaros que poco a poco nos fueron invadiendo, nos utilizaron por nuestra situación geoestratégica, llenaron las alforjas y se fueron, destruyeron el talante que nos costó formar en toda la vida republicana hasta el día de la invasión por allá comenzando los fabulosos años setenta. 

¿Habremos perdido toda esperanza, de recuperar los viejos valores, las tradiciones, las costumbres, los modales ciudadanos,  que nuestros viejos reformularon después de la tragedia de 1875 y que bautizamos como el renacer “terromontero”?

Vale la pena, al menos intentarlo, para salir del infierno.

Adenda: Que importante fuera, que en el Honorable Concejo Municipal, diferenciaran el concepto de aporte, al de donación. Son cosas elementales de Derecho Público.

Miércoles, 3 de Agosto de 2016
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