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El primer disparo
La revocatoria que lidera Petro es el inicio de una batalla política.
Miércoles, 4 de Enero de 2017

Para nadie es un secreto que poco a poco el país se va a ir dividiendo entre la izquierda y la derecha. La llegada de las Farc al escenario político es un catalizador en esta polarización que hoy se siente pero que sin duda se va a profundizar.

Va a ser una lucha entre las políticas estatistas, populistas y colectivistas que han acabado con este continente y la racionalidad del incentivo privado y del esfuerzo individual en la superación de los problemas de una sociedad.

Pues bien, el primer disparo en esta batalla se va a dar en Bogotá con la revocatoria que la izquierda le quiere hacer al actual alcalde Enrique Peñalosa. Revocatoria en la que no solo desconocen el desastre de los doce años de gobierno de la izquierda en la ciudad, en especial los últimos cuatro de Gustavo Petro, sino que alimentan el odio de clases y el imaginario del milagro del gobernante que como todos sabemos es falso pues en un año no se resuelve la crisis de una ciudad como la que heredó el actual mandatario de la capital.

Por eso tocar salir a defender a Enrique Peñalosa pues ahora no solo se trata de una revocatoria a todas luces injusta sino que, además, es un enfrentamiento de modelos que se va a dar por todo el país y donde no puede haber neutralidad. La revocatoria que lidera Petro es el inicio de una batalla política que si perdemos llevará sin duda a Colombia por el sendero de nuestros amigos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina.

Esta revocatoria, además, es el primer debate político de las elecciones de 2018 entre los dos modelos. Que se dificultan por un alcalde que a pesar de ser un técnico de las mejores cualidades, no tiene mayor arraigo entre los ciudadanos. La ciudad lo percibe distante y su capacidad de comunicación es, por decir lo menos, precaria.

Lo importante es empezar a organizar no solo el debate en defensa de Enrique Peñalosa sino también el que se viene el próximo año. Con unas ideas comunes como la defensa de la iniciativa privada y el esfuerzo individual, la reducción de los impuestos y la seguridad como bien público fundamental. Para empezar a contrarrestar el de la izquierda que cree en un Estado todo poderoso que ahoga la iniciativa privada, que no premia el esfuerzo individual, que privilegia una nomenclatura enquistada en el Estado y que ahoga las libertades económicas y sociales y políticas con impuestos y determinismo en políticas sociales.

Es decir, no hay que ser tibios en la defensa de esas libertades y en desenmascarar ese lenguaje con que la izquierda quiere ocultar sus verdaderas intenciones totalitarias, en especial aquellas que provienen de las Farc. No es una casualidad que los voceros de las Farc en el Congreso nieguen ser de esa organización. Saben que cualquier atadura a esta organización es radioactiva políticamente.

Por ello de manera hábil tratan de ocultar su origen.

De ahí que deba ser un propósito permanente, y no solo en las elecciones, recordarle al pueblo colombiano el origen violento de quienes provienen de esa organización. En la medida en que los colombianos, en especial los más jóvenes, olviden lo que fueron las Farc atenderán sus cantos de sirena con más facilidad permitiendo que esa izquierda radical llegue al poder.

De ahí, la importancia del debate de la revocatoria. El gobierno de Gustavo Petro, en Bogotá, fue un ejemplo de lo malo que puede ser el gobierno de esta izquierda en el palacio de Nariño. Con un agravante, que si llegan al poder nunca se van a ir. Vimos como Petro desafió a las instituciones y dio ejemplo de ello.

Nadie más demócrata que los dictadores para hacerse elegir. Chávez o Hitler llegaron a través del voto popular. Y así terminaron ambos países. La revocatoria es en ese sentido el primer disparo en esta guerra.

 

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