Son verdaderamente preocupantes las cifras de mortalidad y morbilidad derivadas de la accidentalidad en la ciudad.
En los primeros cuatro meses del año en curso, se han registrado quinientos noventa y ocho (598) heridos de los cuales, trescientos cincuenta y dos (352) son de sexo masculino.
También forman parte de las estadísticas dieciocho (18) muertos, de los cuales el 88% son del mismo género. También, se pudo evidenciar un incremento del 66% de mujeres accidentadas, comparado con el mismo período del año anterior y lo más complejo del tema es que de acuerdo a otras variables, los conductores de motocicleta lideran estas escalofriantes estadísticas.
Lo anterior se desprende de una intervención del Secretario de Tránsito y Transporte de Cúcuta en un evento organizado en la Universidad Libre de Colombia, aspecto que merece reconocimiento puesto que es la primera vez en muchos años que la entidad responsable de la movilidad suministra cifras confiables, las cuales pudieran dar origen a decisiones con tinte de educación vial, orientadas a los irresponsables conductores.
En una oportunidad conversé con un destacado profesional de la ciudad en condición de capacidad especial, con ocasión de un infortunado accidente automovilístico que tuvo hace varios años.
Contaba su paso por los centros hospitalarios en los cuales, pudo observar cientos de personas que con diferentes traumas pasaron días, semanas y meses entre radiología, resonancia, cirugía, cuidados intensivos, terapia y habitación.
Las cifras presentadas por el responsable de la movilidad, son el resultado de muchos factores entre los cuales se contempla el pésimo comportamiento ciudadano de la gran mayoría de conductores de motocicleta, representado en la violación de las normas de tránsito e imprudencias; por eso, la idea de llevar a los infractores a un recorrido por el Hospital Universitario Erasmo Meoz, no debe quedarse en una intención, sino en parte de la sanción que puede aplicarse a las personas que de acuerdo con algunas infracciones, se deben trasladar a estos centros hospitalarios, pero no exactamente para que admiren el grupo de jóvenes enfermeras o residentes, sino para observar con algún detalle aquellos pacientes que son objeto de tratamientos especiales, buscando con el ejercicio un cambio de actitud frente a sus abusos permanentes.
Ese grupo de imprudentes podría ser por ejemplo, aquellos motociclistas que aman la velocidad y las acrobacias en la Avenida los Libertadores. Padres de familia que transportan dos y tres menores de edad en una motocicleta, en fin, ellos son los candidatos perfectos para aplicar la estrategia.
