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La diferencia con el resto
Medellín piensa en grande, sus objetivos los convierten en empresas con todo el empuje de su clase dirigente.
Jueves, 3 de Diciembre de 2015

Por estos días, cuando en Medellín las fuerzas vivas de la ciudad celebraban los primeros 20 años de la entrada en funcionamiento del Metro, fue la oportunidad de apreciar la enorme diferencia que esta urbe le lleva al resto de sus similares en Colombia, en donde es fácil identificar una forma de pensar y de actuar que les permite avizorar el futuro y crear las condiciones para ir más adelante que el resto de las capitales en Colombia. 

Y no solo es el Metro, también inauguraron el sistema de Metrocable para brindarles transporte eficiente a los habitantes de los barrios ubicados en las laderas y acaban de dar inicio al sistema de tranvía, que es un tren ligero que moviliza pasajeros dentro de toda la zona de topografía media de la ciudad. 

Pero además, debemos agregar el tema de las autopistas para intercomunicar todo el Departamento, y la comunicación con Urabá, en donde tendrán so propio puerto sobre el Caribe. 

Y vienen los túneles para acortar distancias y la nueva etapa del aeropuerto que lo colocará como uno de los más modernos de la región, a pesar de que sus actuales condiciones no son nada despreciables. 

Medellín piensa en grande, sus objetivos los convierten en empresas con todo el empuje de su clase dirigente y sus preocupaciones son oídas con mucha atención en el escenario nacional. De ese esquema de actuar, se derivan todos los beneficios posibles que hacen de la ciudad y del Departamento una región diferente a las de todo el resto del territorio. 

Hoy podemos decir, sin un mayor esfuerzo de sustentación, que Medellín está muy por encima de Bogotá en todos los servicios públicos esenciales y que su aspecto de urbe moderna y transformadora, es mucho mayor al de cualquier ciudad del país. 

Los paisas se han acostumbrado entonces a una manera de actuar en donde a su capacidad de lucha se suma su voluntad para organizar proyectos y para convocar voluntades y para imprimir capacidad de trabajo. 

Piensan en grande, y mientras en el resto del país se observan sus ideas como algo exótico, ellos trabajan sin descanso por sus propósitos y son capaces de realizarlos. 

Esa es la lección que deben aprender todas las regiones de Colombia, transformando su cultura y sembrando la vocación para poder materializar los grandes anhelos. Mientras el resto del país critica y piensa con criterio pesimista y egoísta, los antioqueños luchan, perseveran y alcanzan. (Colprensa)

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