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La gestión de Juan Fernando Cristo

Un ministro consecuente con las causas defendidas por el presidente Santos.

El informe del ministro del interior, Juan Fernando Cristo Bustos, sobre su gestión en el tiempo que ha acompañado en funciones de Gobierno al presidente Juan Manuel Santos, es de resultados muy positivos. Es una contribución significativa a la consolidación del acuerdo de paz con las Farc y al desarrollo de la democracia en la implementación de ese proceso.

Cristo ha sido un ministro consecuente con las causas defendidas por el presidente Santos, teniendo como prioridad la paz, que no se reduce a la firma protocolaria de lo pactado en La Habana, sino también a la construcción de nuevas instituciones para superar las viciadas prácticas políticas, erradicar la corrupción y corregir las brechas de la desigualdad que tantos males le han dejado a Colombia.

El Gobierno de Santos ha buscado poner el país en un nuevo rumbo, en cuanto aprovecha la terminación del conflicto armado con uno de sus más arraigados actores, para emprender la necesaria tarea de extinción del desgastado modelo de privilegios de clase, con delincuentes de cuello blanco, latifundistas codiciosos y depredadores del poder curtidos en la desfachatez y la abyección. No es el castro-chavismo, como lo reseñan con intención de engaño los retrógrados de derecha sino una apertura a lo equitativo, a lo que es justo,  a lo que debe ser una sociedad libre o el llamado Estado Social de Derecho. Esa tarea ha contado con la dedicación del ministro Cristo, quien tiene una concepción más democrática del poder que muchos de sus propios copartidarios, proclives a la ilegalidad y el oportunismo arribista.

Cuando se analice sin prejuicios lo que se ha hecho para pactar la paz quedará claro que no se trata de un afán demagógico de fines electorales. Es un trabajo histórico de buena fe para ponerle punto final a una violencia infecciosa y devastadora, de un costo ruinoso para todos. Lo ha comprendido así Juan Fernando Cristo y desde su mirador político ha orientado sus actos hacia las metas pertinentes.

A la gestión central por la paz y la democracia, Cristo agrega el impulso dado a la satisfacción de necesidades sentidas de Norte Santander. Tomó en cuenta la infraestructura requerida para la seguridad pública y la administración de justicia pronta y cumplida. Le puso especial interés al proyecto del Acueducto Metropolitano de Cúcuta. No ha perdido de vista las vías y la vivienda para sectores de escasos recursos. Es un dirigente con querencia por su región, lo cual no debe tomarse con indiferencia, pues merece reconocimiento quien asume la defensa de lo que es de interés colectivo, a fin de que no sigan ganando espacios los predicadores del odio con ínfulas de embaucadores mientras jalonan para el lado de sus caprichos.

La política colombiana hay que renovarla para evitar que caiga en ese remolino de confusiones y de nuevas frustraciones. Allí hay lugar para que Juan Fernando Cristo siga robusteciendo la línea que defiende una democracia que sustraiga a Colombia del despotismo maquillado de mesianismo y no se repitan las prácticas del engaño.

Puntada

La intolerancia es una peste de quienes prefieren los actos brutales a las expresiones de la convivencia. Se aferran a la bestialidad de la inquisición como castigo a quienes piensan con libertad. Son los que linchan a sus contrarios, los que condenan a los ateos o discriminan a las parejas del mismo sexo, mientras se regocijan en las turbideces de conductas ilícitas. Son los que se persignan para ejecutar un crimen o comulgan tras la comisión de alguna fechoría. Son los que predican que “El que peca y reza empata”.

Sábado, 6 de Mayo de 2017
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