La felicidad se ha definido como aquel especial estado de grata satisfacción espiritual y física, en donde el ánimo individual genera una sensación de tranquilidad y optimismo frente a los acontecimientos de la vida diaria que hacen que el ser se comporte de manera más amable, tranquila y con mayores dosis de optimismo. Los colombianos nos hemos visto sorprendidos en estos días con el resultado de una encuesta a nivel mundial, en la que en los dos últimos años nuestro país ocupa uno de los dos primeros lugares en donde se experimenta mayor felicidad en el mundo.
Y asombra también en esa medición, que países altamente desarrollados como Japón y Alemania, ocupen lugares bastante rezagados, a pesar de sus altos estándares de vida.
Esto nos lleva a pensar en que la felicidad definitivamente no está en poseer muchas cosas, ni en tener acceso a los últimos adelantos de la técnica y el confort, sino en situaciones muchos mas sencillas derivadas de la construcción de una actitud y de una forma de asimilación de la vida cotidiana, en donde sea posible disponer de una capacidad especial para descubrir los momentos de goce y de satisfacción.
No se requieren muchas cosas, tampoco cantidades especiales de dinero, sino capacidad de disfrute.
Toda situación tiene un lado bueno y un lado malo. Muchas veces prima el primer elemento y es mucho mas llevadero el asunto. Pero a veces cuando prima el segundo, la actitud nunca debe ser negativa, de decepción, de frustración ni de ruina, sino de positivismo frente a la reacción.
En todos los escenarios solemos tropezar con todo tipo de comportamientos y actitudes; y muchas veces observamos varios tipos de conducta al mismo tiempo, frente a una misma situación. Aparecen los que dicen “yo no sirvo para eso” “a mi siempre me sale mal” “la suerte nunca me acompaña” o “el fracaso me persigue”. Mientras tanto observamos a otros que buscan alternativas, que no se detienen ante el dolor, que alejan la amargura y siempre sienten creer que existe otro camino, otra opción, otros elementos que auscultar y por los cuales luchar.
A los primeros; los negativos, los asiste el fracaso y los invade siempre la tristeza. A los segundos, el deseo de buscar alternativas los alienta, los emociona, los conmueve y los envuelve un sentimiento de alegría al poder observar otros caminos y al comprobar que es posible obtener otros resultados. Me emocioné con el tema, pero se me acabó el espacio.