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La otra mala hora de la Policía Nacional
En pasadas épocas la Policía se puso al servicio del sectarismo partidista para perseguir a quienes estaban del lado opuesto al régimen.
Sábado, 12 de Diciembre de 2015

No es la primera vez que la Policía Nacional de Colombia se ve  envuelta en una situación de crisis, de tantas turbulencias,  que va desde el acoso sexual con matices de extorsión, hasta el enriquecimiento ilícito, pasando por el  hostigamiento contra periodistas con fines de censura, según las denuncias ya conocidas.

En pasadas épocas la Policía se puso al servicio del sectarismo partidista para perseguir a quienes estaban del lado opuesto al Régimen de turno. A finales de los años 40 del siglo XX se convirtió en el brazo activo de la Violencia. El partido Liberal fue entonces víctima de atrocidades consumadas a sangre y fuego con la complacencia del Gobierno.

Otros capítulos sombríos de la Policía son sus complicidades favorables a grupos que se mueven en la ilegalidad. Desafortunadamente esos desvíos han contado con la protección de la impunidad en detrimento de la justicia o del Estado Social de Derecho.

Ahora la Policía aparece de nuevo en un escenario de escándalos con hechos de reconocida gravedad porque afectan una institución que representa el orden y la seguridad de la nación.  Y si esa sal se corrompe, como parece estar ocurriendo, ¿qué pasará con el condimento? Quedan en riesgo la gobernabilidad y la democracia y por  consiguiente,  la integridad del país.

La interceptación a las comunicaciones de los periodistas, los montajes adicionales tendientes a degradar su imagen, son prácticas de abuso de poder propias de la arbitrariedad  autoritaria. Si se agregan los negocios de operaciones millonarias para el enriquecimiento de un grupo de privilegiados oficiales, la corrupción adquiere una intensidad mucho más explosiva.

Es inocultable la gravedad que todo ello reviste y por consiguiente se necesita que la lupa de la justicia haga con rigor las comprobaciones pertinentes a fin de que no  queden dudas respecto de los hechos denunciados.

La investigación debe dejar en claro todo cuanto se ha dicho. Es deseable que quienes están señalados de ser actores de las irregularidades se retiren de los cargos  que desempeñan para que  no interfieran las averiguaciones. De la verdad dependerá su suerte. Y esta es la prueba a que tienen que someterse.

La Policía debe recobrar la confianza pública con demostraciones de que su autoridad está basada en el rigor ético y la sujeción a la legalidad de quienes tienen el manejo de la institución. Y en esto no puede haber sesgos ni padrinazgos  que busquen atenuantes para ocultar culpas.

Esta otra mala hora de la Policía debiera ser la oportunidad para un cambio que la blindara para siempre de los demonios de la degradación.

Puntada

A pesar de los resultados de las elecciones del pasado domingo, la situación de Venezuela aun no es clara. La mayoría alcanzada por la oposición le da a esta un aire de triunfo, con una importante porción de poder. Pero no despeja el manejo de la nación. Habrá dos fuerzas con posibilidad de choques con que medirán su capacidad de influencia política.

¿El Gobierno presidido por Nicolás Maduro estará dispuesto a rectificar los desatinos en que haya incurrido? ¿Los legisladores mayoritarios harán el camino acertado para un cambio que no repita los errores del pasado? Es lo que está por verse. Las respuestas de una y otra corriente decidirán el futuro. A eso hay que estar atentos.

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