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La sumisión del Concejo
Los resultados en el Concejo de Cúcuta, en lo que va del nuevo período, no corresponden a lo prometido.
Sábado, 10 de Diciembre de 2016

Cuando en enero de este 2016 se inició el nuevo período del Concejo de Cúcuta, el presidente de la corporación, Victor Fidel Suárez, dijo en entrevista publicada en La Opinión que su mayor compromiso era la eficiencia de su trabajo legislativo.

Lo cual implicaba el ejercicio de un control efectivo al Ejecutivo con independencia política y trasparencia legal; con rigor ético en todos sus actos y acierto en las decisiones; con fidelidad a los intereses de la comunidad, reconocimiento de la realidad social y sujeción a las prioridades en el tratamiento de los problemas públicos.

Había entonces cierto énfasis en la posibilidad de poner al Concejo de Cúcuta en el rumbo correcto, lejos de los vicios de la politiquería o de prácticas viciadas que siempre distorsionan la función de una institución llamada a contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de la población y ser ejemplo de honradez, libre de toda sospecha.

Sin embargo, los resultados en el Concejo de Cúcuta en lo que va del nuevo período, no corresponden a lo prometido por su presidente inicialmente. Hay muchos cabos sueltos que generan dudas y debilitan la autoridad de la corporación. Hay que escuchar lo que se dice en fuentes que tienen conocimiento de los entramados que no alcanzan visibilidad pública.

Es lamentable que un municipio como Cúcuta, con tantos problemas pendientes, todos de urgente solución, no cuente con un Concejo que promueva correctamente su manejo. Es desconcertante ver a quienes tienen allí curul en la obsecuencia de la sumisión, con erráticos pronunciamientos, facilitando concesiones con ventajas de marcado descaro. Esa es, por cierto, la antipolítica, una forma de traicionar y perjudicar al pueblo. Se subestiman las necesidades de la comunidad y se privilegian los negocios particulares con ostensible menosprecio por la ciudad.

La concesión del alumbrado público por 30 años a una empresa cuestionada y en condiciones que afectan el interés colectivo es prueba suficiente de que el Concejo de Cúcuta está entregado a ese derroche de regalos para un círculo de personas que se han tomado el poder y lo explotan con abuso desmedido.

Contra el negocio de la concesión del alumbrado público hay una demanda del exconcejal Pedro Durán, con la cual se demuestra lo perjudicial que es para Cúcuta esa operación. Todo se hizo con la permisividad del Concejo. El argumento defensivo es que se trata del progreso. Pero la verdad es que la procesión va por dentro.

Si en los tres años que le restan del período el Concejo sigue en el mismo rumbo, los perjuicios para Cúcuta serán enormes.

Puntada

Los discursos de ayer en la entrega del Premio Nobel de Paz al presidente Juan Manuel Santos en Oslo, fueron la radiografía del conflicto armado de Colombia. Pero también la demostración del acierto de las negociaciones con las Farc para ponerle fin y construir la paz que se anhela. Después de esa ceremonia no debieran quedar dudas sobre lo que representa ese proceso para el país y en general, la comunidad internacional.  La miopía de los opositores no puede prevalecer sobre certezas de perfil histórico.

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