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La viudez con soberbia

Y la verdad es que dejaron a la nación en peores condiciones.

Asumir la viudez como desolación y frustración es  dejarse atrapar por la desesperación que puede llevar al suicidio.  Cualquier viudez. Y cuando tiene ingredientes políticos por provenir de la pérdida  del poder puede ser mayor la calentura.

Es esa la situación en que se debaten los expresidentes Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana. Los dos andan como almas en pena, con encrucijadas tormentosas en  sus vidas.

No saben como sacarse la espina de su propia incapacidad cuando gobernaron a Colombia.

Y la verdad es que dejaron a la nación en peores condiciones que cuando asumieron el poder. No solucionaron los graves problemas pendientes.

Pastrana tiñó de frivolidad y mediocridad su mandato, como se lo dijo López Michelsen.

Y Uribe, además de darle alas al paramilitarismo, consintió los actos de corrupción de sus altos colaboradores. Ninguno de estos ‘Estadistas’ pudo encontrar el camino de la paz y en cambio alentaron las violencias propias del conflicto armado y de las bandas criminales en sus diversas versiones e incurrieron en desatinos, además de agregar nuevos enredos en detrimento de  la democracia.

¿Cómo puede un gobernante incurrir en tantos embrollos como los falsos positivos, las yuzadas telefónicas a los opositores, el espionaje a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, el episodio de la yidispolítica, el derroche de recursos con el programa de Agro Ingreso Seguro, las alianzas con paramilitares? ¿O conformarse con la aridez de su gestión, mientras se acumulan las necesidades insatisfechas de la mayoría de los colombianos?

En sus gobiernos, ni Pastrana ni Uribe solucionaron los problemas de la pobreza,  ni mejoraron la salud, la eduación o el empleo. Los colombianos siguieron padeciendo estrecheces, y el narcotáfico, la corrupción y la desigualdad mantuvieron altos índices. ¿Dónde está el buen legado de sus mandatos?

Pero, además del inventario negativo que dejaron los gobiernos  de Uribe y Pastrana, quieren ahora imponer sus odios y mantener los factores de atraso de la nación.No les gusta el acuerdo con las Farc porque introduce cambios que afectan los privilegios de minorías que se creen intocables.

Para ponerles alas a sus caprichos Uribe y Pastrana acuden a la tergiversación. Buscan infundir miedo para desacreditar la gestón de Santos y para ello fabrican versiones acomodadas a ese fin perverso. Y no les importa a quien acudir en su empeño de impedir que Colombia se consolide como una nación libre de funestas ataduras.

Si bien a Uribe y Pastrana y a los otros heliotropos que les hacen coro se les debe garantizar el derecho a expresarse como oposición, no quiere ello  decir que quienes disienten de sus posturas se queden en la pasividad. Hay que salirles al paso en forma militante para demostrar que esa derecha alevosa y retrógrada no es el destino de  Colombia.

Por eso hay que seguir insistiendo en la paz como opción contra el oscurantismo,la violencia, la exclusión y las recurrentes prácticas de corrupción. Hay que quitarle  a la política los ingredientes de clientelismo y amarres muchas veces punibles y poner el Gobierno en función del bien común. Es decir, todo aquello que a Uribe y Pastrana les provoca contrariedad y soberbia en su viudez de poder.

Puntada

Las reacciones contestatarias del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ante la crisis de su país, son semejantes a las “patadas de ahorcado”. Mientras más se hunde es mayor la cólera y el lenguaje disparatado. La gran confusión.

Sábado, 22 de Abril de 2017
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