Se anuncia un acuerdo entre las llamadas redes sociales, para poder proceder a bloquear a aquellos usuarios que emitan o retransmitan mensajes que puedan llegar a tener contenidos subversivos.
Un avance, aunque tardío, pero al fin y al cabo avance, pues estas redes pueden ser utilizadas, como de por sí lo han sido, para obtener efectos multiplicadores que terminan causando daño en situaciones que llegan a estar relacionadas con crímenes horrendos.
Pero creemos que esas redes, han estado muy lentas en diseñar mecanismos de seguridad para proteger además a todos los usuarios de las interferencias abusivas, en donde se irrespeta a los demás integrantes, en donde es fácil observar agresiones, críticas despiadadas, interferencias indebidas en la vida de los demás y réplicas de contenidos no aptos para todo tipo de público, como es el que efectivamente tiene acceso a esas páginas, sin importar edad, sexo, condición racial u orientación política.
Una red que se comparte con cientos, y hasta miles, de usuarios, tiene que estar precedida por el respeto a la diversidad, a la condición y al modo de pensar de cada individuo; nadie tiene por qué tratar de imponer a toda costa su propio criterio, porque eso no es justo ni razonable.
Por eso es que cada individuo que pertenezca a una red de estas, le debe asistir el derecho de recibir o no el contenido, y además de censurarlo si es del caso.
Hoy es fácil observar a muchas personas que se sientan en frente de una página de estas y comienzan a invadirla con situaciones personalistas y además se creen con el derecho de pisotear la tranquilidad y la opinión desprevenida de los demás, simplemente porque es contraria a la suya, así se haya expresado con respeto y consideración.
No es casual que muchas personas terminen retirándose de los servicios de una página compartida, porque sienten una verdadera repulsión por los contenidos y porque además se ven envueltas, sin siquiera sospecharlo, en críticas atroces y despiadadas que afectan gravemente su integridad.
Las redes sociales no pueden convertirse en instrumentos de intolerancia , ni mucho menos en herramientas para causar daño a las demás personas.
Cuando uno está en frente de un teclado, con una página abierta, lo primero que debe pensar es en el respeto ajeno, en la consideración que merecen los demás y en el límite que debe tener la libertad individual cuando entra a interactuar los las demás personas.
