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Los zapatos del enfermo

No hay tal deshumanización, el medico ahora se mueve en condiciones adversas.

Con frecuencia se oyen quejas de la deshumanización de la medicina, pero especialmente de los médicos. Los más viejos añoran a los médicos de antaño, los que dedicaban largo ratos  a sus pacientes, les oían sus quejas y la relación entre el médico y el enfermo era más cordial. Pero de aquellos tiempos también se recuerda que los pacientes y los familiares de estos, eran agradecidos y respetuosos de los profesionales de la salud, hoy también los médicos los echamos de menos.
 
Hay un deterioro en la relación médico-paciente, eso es innegable. Pero ¿a qué hora y cuándo ocurrió? La respuesta parece sencilla, simplemente cuando los pacientes desaparecieron e hicieron aparición en este escenario los clientes. El sistema de salud los cambió, se volvieron demandantes, exigentes, alegando que ya han pagado por un servicio cuando son del régimen contributivo y si son del subsidiado, igualmente tienen derecho a hacer reclamos con el tono que mejor les parece.
 
Para matizar el tema el doctor Luis Rojas, psiquiatra español, hace mucho rato escribió al respecto: El sentir, popular es que el médico del pasado era más humano, más consciente de las necesidades afectivas y espirituales del paciente, que los facultativos de hoy se distancian con demasiada frecuencia de los fines altruistas para sucumbir a las tentaciones del enriquecimiento y la arrogancia, que, en definitiva, “ahora vivimos mejor, pero nos sentimos peor”
 
Se aduce que la era tecnológica ha llevado al médico a confiar en las máquinas para diagnosticar y tratar al enfermo olvidándose de la persona que tiene enfrente. Lo cual no es completamente cierto. Los avances tecnológicos brindan mejores posibilidades para los pacientes y el médico intenta en cuanto le es posible atender con la empatía que se requiere, pero atenta contra ello la imposición de las instituciones que ordenan cuantos pacientes se deben atender  y  la dictadura del tiempo breve que se dispone para brindar una atención de calidad que incluya el trato cordial.
 
En todas las actuaciones del médico está implícito el humanismo, del cual hace gala desde cuando se graduó y lo pone al servicio de quien atiende, este consiste en las expresiones de compasión, tacto y comprensión, lo cual de manera obvia debe tener una respuesta positiva de quien es depositario de este comportamiento y debería evocar confianza, seguridad y esperanza.
 
Las reglas de juego cambiaron y eso hizo que también cambiaran las circunstancias en las cuales se desarrolla la atención. Un paciente que llega tarde a una cita se adjudica el derecho de exigir la atención no obstante su incumplimiento y demanda al médico hasta en los medios de comunicación y lo pone en la picota. Cabe preguntar si esa misma persona cuando llega al banco luego de cerrada la oficina ¿le abren para recibirle la consignación?
 
No hay tal deshumanización, el medico ahora se mueve en condiciones adversas, debe acomodarse a ellas, trata de dar la mejor atención, pero sucumbe porque los pacientes y familiares solo encuentran un culpable ante los inconvenientes que se presentan: el médico que, se convierte en el chivo expiatorio y puede ser ofendido y agredido.

Siempre se ha dicho que para entender el padecimiento de un enfermo deberíamos ponernos en sus zapatos, pero ¿no debería intentar también ellos ponerse en la piel del médico y tratar de entender sus angustias? Comprensión mutua y menos insultos para una mejor convivencia en el hospital  y el consultorio es lo que debe primar.

Sábado, 29 de Octubre de 2016
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