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Néstor Aristizabal
No sé, si  la UFPS, mantenga aún algún vínculo con Néstor, como lo hacen las más famosas y consagrados universidades del mundo.
Jueves, 22 de Septiembre de 2016

“Las Canas ya no se respetan. Se tiñen.”, Woody Allen.

Los amigos de verdad, no necesitan conversar todos los días, solo una vez y hasta el reencuentro. La semana pasada me reencontré con Néstor Aristizabal, caldense de todo el café. En junio me había obsequiado el libro de Patiño Noreña sobre el Gran Caldas, con prólogo de Morales Benítez y Jorge Mario Eastman,  que la toponimia ahora llama el “eje cafetero”, como si esa región fuera solo café.

No sé, si  la UFPS, mantenga aún algún vínculo con Néstor, como lo hacen las más famosas y consagrados universidades del mundo, con sus profesores eméritos, porque le dan lustre en todos los puntos cardinales de la tierra, manteniéndolos en sus aulas y paraninfos.

Recuerdo que Harvard mantuvo en sus aulas hasta los últimos días de su existencia, en la navidad de  2008 al Profesor Samuel Huntington; disertando de los temas del día sobre su teoría de la Guerra de las Civilizaciones con la que incendió al mundo en 1993 en Foreing Affairs y su premonición en 2004 con la invasión de los hispanoamericanos, como el factor de crisis en la identidad Americana.

Ah, pues nos encontramos con Néstor en un sepelio y conversamos una hora larga en el atrio de la iglesia y en uno de los jardines de los muertos de esta ciudad. El  tema: Sören Kierkegaard y el cometido de la Filosofía, pues según el “Danés”, ella no debe decirnos lo que debemos conocer, sino lo que debemos hacer y así planteado nos sumió en la angustia existencial. 

Hegel en esta cultura occidental nos ató en el determinismo impuesto por la sociedad y sus leyes de las cuales es difícil apartarse, ser marginal. Su dialéctica es camisa de fuerza, un mundo descrito desde afuera y yo y mi futuro ¿qué? ¿Dónde estará la verdad, si no aceptamos la síntesis? Porque la tesis es pasado, la antítesis es presente y ¿yo y mi futuro qué?

Nuestra generación siempre anduvo en esa angustia, y las presentes que nosotros formamos con tantas dificultades, en esta ciudad árida de humanismo, tienen la misma ansiedad existencial. Obviamente, si son cultos, ¿o no? 

Se nos vino encima en la conversación el Nadaísmo del profeta Arango, la Angustia de Sartre, la rebeldía de Camus,  El teatro de Bertold Brecht y la mención de nuestro querido amigo y compañero de pupitre en Manizales del alma, el nadaista clandestino Humberto de la Calle, el negociador de la paz, integérrimo en todos los sentidos y por los cuatro costados. 

Pero es un solaz, un reencuentro y conversar de estos sobre temas que apasionan a muy pocos, amigos que hacen intercambio inofensivo de ideas filosóficas, en medio de un océano de agresiones inconclusas, de toda una comunidad polarizada por los actos de un gobierno frívolo, que constitucionalmente, no necesitaba confrontarnos con una sílaba.  

Soren Kierkegaard en su libro “Máscaras” ficticias rechaza el determinismo de la síntesis hegeliana, dejando que cada personaje mantuviera la coherencia de sus opiniones,  que estuviera ausente la voz rectora de la síntesis y eso confundió a los filósofos de su época. No olvidar que Kierkegaard se fue  a Berlín y asistía a clases para oír y aprender del romántico Friederick Scheling y a ellas el joven Karl Marx.  Era una revolución conceptual, salirse del esquema Hegeliano sobre su “Razón”: Tesis, antítesis y  Síntesis. Lejana de la vida estética cuadriculado en instintos y sentimientos y  de la del filisteo masificado moldeado por el medio socioeconómico; aparece el planeamiento del Danés.

¿La desesperación es una solución? Esa es la recomendación del Juez Wilhelm, porque solo así puede reconocer las causas de la angustia. Ese es nuestro mundo de hoy. Terminamos la conversación,  sobre el tema colombiano: La angustia es la Paz. Po ello las canas, deben estar en la academia, sí comoHuntingthon.

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