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No más candidatos

El presidente probó de su propia medicina: el uribismo lo acusa de haber traicionado a su jefe para lanzarse  la Presidencia.

Se repitió la historia, una vez más. Un exministro, aspirante a candidato presidencial, se apresuró a ser el primero, pero no el último, en volteársele al presidente Juan Manuel Santos y en agarrar sus bártulos para buscar votos en las toldas de la oposición. Desde los tiempos del compañero Judas, las traiciones han sido el pan diario en todos los movimientos políticos. Cínico conocido mío confesó al respecto: ’’si se volteó el Titanic, por qué no me voy  a voltear yo’’.

El presidente probó de su propia medicina: el uribismo lo acusa de haber traicionado a su jefe para lanzarse  la Presidencia. Y es cierto. La política es dinámica y el que no se voltea, se quema. Pero el episodio muestra la inconveniencia de que los ministros aparezcan de candidatos, pues son muy fáciles de conquistar: es suficiente ofrecerles unos votos y el apoyo de uno o dos caciques electorales, sobre todo si el aspirante no tiene cauda propia y está ilusionado con obtener el respaldo de uno de los tantos fulanos que se enriquecen con el erario público o vocifera desde un púlpito.

La actual campaña ha mostrado, además de defectos, como la deslealtad, la necesidad de reglamentar un aspecto vital de la política, la renuncia de ministros para lanzarse a la palestra y aspirar a la Presidencia. Repito: a todos los funcionarios los ilusionan con el cuento de la banda presidencial para conseguir un nombramiento o un ascenso. Y así vimos a inocentes burócratas, sin votos, botarse a la piscina, sin flotador. Sería bueno establecer una inhabilidad de cuatro años para que el funcionario cumpla alguna tarea, sin creerse bueno para ponerse la banda presidencial. El afán de figuración, para aparecer en los medios, no permite hacer una buena tarea en beneficio del país, que debe ser el fin único de todos los ministros. Las aspiraciones políticas conspiran contra una buena gestión en el gobierno y los ministros, en lugar de trabajar, se dedican a conseguir votos y a sonar en los medios, para empezar a posicionarse en el ranking electoral. 

La proliferación de ministros como candidatos, en las actuales circunstancias, le está abriendo el camino al populismo de derecha, que acecha cual tigre en espera de propicias condiciones para dar el mordisco y volver al poder. Pero  los ingenuos miembros del gabinete creen haber descubierto la pólvora y siguen lanzándose y lanzándose, con el apoyo de periodistas amigos, mientras el enemigo espera la ocasión para caerles encima, como un cocodrilo. Y no se dan cuenta. 

El expresidente, senador y candidato Álvaro Uribe anunció ya su estrategia para el año próximo. Nadie puede, pues, no darse por enterado, no puede llamarse a engaño y no tomar precauciones. Es como saber que viene un ladrón y dejar la puerta abierta. Pero lo único que no tiene remedio, ya lo he dicho, es la estupidez. Y en los últimos años ha habido muchas muestras, empezando por el nombramiento de dos amigas íntimas, que vivían en el mismo apartamento, como ministras en delicadas carteras. Se le dio así munición pesada,  más pesada que la de la guerrilla, a la oposición uribista, que estaba pendiente de cualquier error para caerle encima al presidente Juan Manuel Santos. Quien a pesar de haber sido periodista, sigue afrontando falencias en la imagen pública, que cada día está más cerca del asfalto. Le han hecho falta los consejos de su padre, el inolvidable don Enrique, quien hizo grande El Tiempo. No le hubiera permitido meter la pata.   GPT

Sábado, 15 de Julio de 2017
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