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Puñalada o machetazo

Cúcuta es una herida y la pus son sus gobernantes. Los viejos, los actuales, los que aspiran a serlo.

En octubre elegimos el nuevo alcalde de Cúcuta y, como van las cosas, nos va tocar elegir entre una puñalada y un machetazo. No hay nada bueno. O sí: pero  de lo bueno, que es poco (hablaré en otra columna) no voy hablar aquí, sino de lo malo, que es lo que abunda. O, mejor, lo que supura: la pus que salta de una herida infectada.

Cúcuta es una herida y la pus son sus gobernantes. Los viejos, los actuales, los que aspiran a serlo. No creo en ningún candidato.

Ni en Carlos Luna (por muy alto que sea no tiene estatura para ser alcalde) ni en los pilluelos de los que se rodea: Leonardo Jácome, David Castillo, Manuel Guillermo Mora. Ni en César Rojas, que es el peor de todos.

Debemos estar muy mal como sociedad para que un candidato como César Rojas haga campaña política exhibiendo orgulloso el rostro de un asesino. Y que además tenga seguidores. ¿Qué nos está pasando? ¿En qué momento cambiamos a nuestros héroes por delincuentes?

Ramiro Suárez está condenado a 27 años de cárcel por asesinato y por sus vínculos con el  paramilitarismo. Ese asesino inspira la vida política de César Rojas.

No creo tampoco en Jorge Acevedo, a quien no le quedará tiempo para gobernar la ciudad por estar respondiéndole a la justicia por presuntos delitos penales y disciplinarios y porque es manejado por los hilos invisibles de la peor tradición política que ha parido esta tierra: Basilio Villamizar y Eduardo Benítez: un par de momias que han expandido sus barrigas en una implosión aberrante de poder.

Y Víctor Carrillo, que quiere permanecer a la sombra, pasar de agache, pero todos sabemos que su servilismo llega al extremo de comprarle  zapatos a Jorge Acevedo. Y se los calza.

Todos ellos forman parte de una clase política que no tiene clase. Y que además no hace política, como lo prueba ese avorazamiento burocrático que los lleva a saltar de partido en partido, de cargo en cargo, de nómina en nómina. Son las nuevas prostitutas de la política.

No guardan lealtades sino hacia el dinero. Por eso Sergio Entrena (nuestro Pachito Santos) se va del Centro Democrático a Cambio Radical, y se queda tan ancho. ¿Ustedes creen que esa voltereta se hace gratis?

Los uribistas apoyan a César Rojas y con ese apoyo uno no sabe quién desprestigia a quién.

Pedro Durán deja el partido liberal (y está muy bien dejar las cosas que no sirven) por el Cambio Radical de Acevedo (pero está muy mal que deje lo que no sirve por lo nefasto). David Castillo traiciona a su gente y, como perro regañado, obedece órdenes y se va a la campaña de Luna. Charles Torres, del Polo Democrático, es un payaso. Exhibe el logo del Polo en camionetas que parecen de traqueto y no de campaña política.

Y así todos. Uno quisiera que nuestros dirigentes hablaran como Demóstenes, escribieran como Bocaccio, supieran lo que Leibniz, fueran lúcidos como Voltaire. Pero son imbéciles: hablan como Ramiro Suárez, escriben como Donamaris, saben lo que Entrena sabe y tienen la lucidez de un Juan Manuel Corzo.   

Pero querámoslo o no vamos a tener alcalde. A cualquiera: a Toño León, en cuerpo de Jorge Acevedo y con la bendición de Satirio. A Ramiro Suárez, en cuerpo de César Rojas; a Manuel Guillermo Mora, en cuerpo de Carlos Luna. Al payaso de Charles Torres en cuerpo propio. De modo que esta vez nos hicieron una encerrona: nos toca elegir entre una puñalada o un machetazo.
 

Jueves, 24 de Septiembre de 2015
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