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¡Qué vergüenza!
No es posible que en una sola obra se hayan esfumado tantos recursos.
Jueves, 8 de Diciembre de 2016

La escandalosa cifra de 8.5 billones que denuncia la Contraloría General de la República como sobrecostos de lo que fue la construcción de la refinería de Cartagena, debe aterrar a todos los colombianos.
    
No es posible que en una sola obra se hayan esfumado tantos recursos, sin que los organismos de ejecución, control y dirección se hubieran percatado de ello.
    
Reficar es una empresa que depende de Ecopetrol; allí debe estar representada por sus voceros en la junta directiva, y siendo uno de los proyectos bandera de esa institución, su control debería estar mas que asegurado, no solo en el avance de las obras, sino en los dineros que consumía, ya representados en mas del doble de lo que había sido presupuestado.
    
Siendo una suma de esta magnitud, le compete a la empresa y a las autoridades fiscales, decirle al país con toda claridad en donde estuvieron ubicadas las responsabilidades inherentes a ese contrato, así como en donde se ocultó la información que han debido conocer los colombianos desde hace rato.
    
Si un escándalo de corrupción como este no es posible esclarecerlo en su totalidad, pésimo mensaje se estaría transmitiendo a todo el sistema de contratación pública, pues queda en la evidencia absoluta de que la plata se pierde y nadie se da cuenta.
    
Colombia está saturada de corrupción, las obras resultan costar muy por encima de lo que se presupuesta y aquí no pasa nada. Y como tenemos además una justicia lenta y carente de recursos modernos para abordar las investigaciones, todo eso se suma, pues mientras el tiempo avanza sin señalar responsables, nos encontramos con que las pruebas desaparecen, con que los procesos se desvían y con que los responsables se apoderan de los dineros sustraídos, siendo imposible su recuperación.

El pronunciamiento del contralor es contundente y a él hay que dedicarle todos los esfuerzos posibles, para que un proceso rápido identifique a los culpables y ubique el dinero cobrado de más.
    
Es necesario que las más altas instancias del Estado se pronuncien cuanto antes, no para lamentar lo sucedido, sino para señalar la estrategia que dé con todos aquellos inescrupulosos que encontraron en este contrato la vía para llenarse de plata.
    
Lo ocurrido es un crimen horrendo, en un país carente de recursos y lleno de necesidades como el nuestro. Hay que entonces reclamar con toda energía la eficacia de la acción de la justicia para desenmascarar a los responsables.

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