Nuestra particular condición de ciudad y región de frontera siempre nos caracterizará por el intercambio de productos entre las dos naciones, muchos de los cuales fluyen informales – en inveterada costumbre - a la par con las legales transacciones binacionales. Por razones obvias han sido los combustibles los únicos cuya dirección de flujo no ha variado en los últimos sesenta años, siendo los venezolanos quienes “estoicamente” subsidian, no solo a los habitantes del Área Metropolitana de Cúcuta; también la “pimpina” se ofrece públicamente y sin sonrojo en Ocaña, Agua Chica o Bucaramanga. ¿Cómo llegan hasta allí? No creo que por las trochas que las autoridades mencionan……..muchas veces hasta peajes pagan; me refiero al de Los Acacios en la recta Corozal.
La dinámica de los demás productos ha sido históricamente variable, unas veces ingresan a nuestro país, mientras que en otras, de aquí se los enviamos a nuestros vecinos. Por razones de “pertinencia gremial” menciono como hace solo unos años, era frecuente encontrarse uno en un trancón vehicular provocado por la presencia de inmensos camiones repletos de ganado que hacían aduana para ser exportados a Venezuela. Nuestros vecinos tenían petrodólares por montón y sus paladares exigían ganados que nosotros en feria denominamos calidad “extra”; es decir novillo de dos años, blanco y con más de 500 kilógramos.
Hoy la situación es bien diferente y sin pretender ofender a nuestros patriotas vecinos, su paladar tuvo que migrar de ganado “extra”, a “sardina enlatada”, o proteína “encapsulada”…. el huevo, dando lugar en consecuencia a la llegada a nuestro país de ganado en pie y a la ciudad de toneladas de carne en canal - la cual al no poder ser adquirida por el consumidor venezolano - es traída y comercializada en Cúcuta y su Área Metropolitana.
Resumo en consecuencia algunos de los más graves inconvenientes que esta acción ilegal le genera al país, al departamento, a la ciudad y por supuesto a la ganadería nacional. En el Área Metropolitana tan solo se sacrifican 30 o 40 animales, de los 350 que deberíamos consumir diariamente, con lo que el fisco departamental y el Fondo Nacional del Ganado dejan de percibir miles de millones de pesos al año por concepto de boleta de degüello y tasa parafiscal. Tan o más grave aún, resulta para el “status” que Colombia adquirió de país libre de Fiebre Aftosa con vacunación, el ingreso desde Venezuela de ganado en pie y carne en canal. Alto precio hemos tenido que pagar los ganaderos de Norte de Santander, cuando por culpa del ingreso ilegal de un lote de ganado venezolano infectado con la peste hace unos seis años, nos “cuelgan” el poco honroso letrero que nos ubica como “zona de protección”, lamentable condición solo compartida con Arauca. En plata blanca significa que nuestros ganados, salvo muy complicadas g
estiones ante el ICA, solo pueden ser consumidos y comercializados en el departamento. Así las cosas, somos para las autoridades sanitarias un verdadero “riesgo epidemiológico” y el ganado se cotiza al precio más bajo del país.
Que a los ganaderos nos caben responsabilidades; ¡Claro que sí! Desde COGANOR compartimos el desafío nacional de combatir el contrabando y acompañamos las campañas institucionales que lo intentan prevenir. Tanto, que en repetidas ocasiones les hemos dicho a las autoridades encargadas de su control, que hacerlo es relativamente sencillo; basta con visitar los expendios de carne y exigir la factura que certifique la legalidad del producto que le ofrecen al consumidor.
Hoy esa prueba es difícilmente superable y colocaría en serios aprietos a quienes la adquieren en canal y en muy dudosas condiciones sanitarias. Inclusive las autoridades sanitarias locales vinculan este comercio ilegal con un aumento desmedido de Fiebre Tifoidea.
Nota: Como en aquella muy efectiva propaganda del ICBF que pretendía fomentar el sexo seguro: Sin factura…… ni pío
