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Sueño de ciudad

Los modelos que el hombre construye sólo buscan el manejo del poder.

La actualidad de las estructuras sociales es confusa: ideológicamente, me parece fascinante desarrollar en ellas los principios básicos de la Sociología, profundos y consistentes; pero, en la práctica, su ejercicio se fundamenta en el pobre nivel de nosotros los humanos, con todas sus miserias, que se conjugan en un medio de cultivo sumamente coartado por las ambiciones personales y de grupo.

Todo ser es bueno, en tanto que es sólo; cuando comienza a comunicarse con los demás y a participar de su realidad, esa idea de perfección en su estado original y puro, comienza a manifestar cambios nefastos que lo hacen caer en las redes de ese mal común que se denomina competencia.

Los modelos que el hombre construye sólo buscan el manejo del poder.

Las relaciones comunitarias deberían descansar sobre el consenso y pactarse con sumo cuidado, de acuerdo con su idiosincrasia: están basadas en la perfección del bien; sin embargo, requieren de una conjugación integral con el mal, reconociéndolo como una categoría tan constitutiva como la del bien: porque la sabiduría consiste en la sensatez con la cual se maneje esta dualidad.

El mal es una inconsistencia espiritual que existe entre la plenitud de ser y las aristas materiales que lo condenan a ser infeliz. El bien es la coherencia de la justicia con los actos.

Si el ciudadano es capaz de comunicarse, de manifestar sus prioridades, debe desear y realizar el progreso de todos, haciendo primar su espíritu de nobleza y bondad sobre las inconsistencias.

La idea de perfección es inherente a la naturaleza de la sociedad, la de imperfección es, ciertamente, terrenal: de esa divergencia deben surgir las fuentes que superen esa distancia entre los valores, marcada por líneas y límites que provienen del egoísmo.

Sueño con una sociedad sencilla y ecuánime, que posea la estructura de libertad necesaria pero, a la vez, potencie la paz; autónoma, pero con todas las responsabilidades de ofrecer un entorno digno a sus habitantes.

La subsistencia del hombre depende de su estado racional, en la cual la dimensión humana alcanza alternativas de independencia.

Lunes, 9 de Noviembre de 2015
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