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Columnistas
Un día como hoy
Murieron más de un centenar de colombianos.
Sábado, 5 de Noviembre de 2016

Con ese título suele hacerse reminiscencia de los hechos históricos, para celebrar o conmemorar. En el año 1985, este día marcó una de las fechas en que peor le ha ido a Colombia, fue para entonces cuando ocurrió la toma del Palacio de Justicia por la guerrilla del M-19 y la posterior retoma por parte de las autoridades: policía y ejército.
 
El resultado de aquella jornada que se extendió por 28 horas, es de dominio público. No hubo miembros de la guerrilla entre los sobrevivientes, murieron más de un centenar de colombianos, entre ellos un grupo selecto de juristas, los que componían la Corte Suprema de Justicia. Otros anónimos también cayeron y unos más desaparecieron luego de salir vivos del edificio donde se escenificaron aquellos acontecimientos de asalto, lucha y retoma.
 
Todavía están vivos muchos interrogantes en relación a todo cuanto ocurrió en esa fecha. ¿Fue una estrategia publicitaria lo que movió a la guerrilla a tan osada tarea? La plana mayor de esa fuerza insurgente planeó el asalto a una de los edificios insignias de la patria para manifestar su presencia y capacidad de dar un golpe nuevo que superara a los anteriores. Tal vez nunca se imaginaron que el dialogo no fue considerado en el palacio presidencial como una alternativa para poner fin a su imprudente audacia, tampoco previeron la inusitada reacción.
 
¿Fue el presidente Belisario Betancurt quién ordeno el asalto por la fuerza para ejecutar la retoma o por el contrario fue sustituido por los militares? Todavía hay pedazos de esa historia que no se conocen. El presidente asumió su responsabilidad, pero no es lógico que conocido su talante, él hubiera ordenado y dirigido la intervención de las fuerzas del ejército y policía, que con una violencia desmedida entraron al palacio, dispararon y exterminaron sin haber asegurado a los rehenes. El incendio del edificio fue ocasionado por lanzallamas utilizados por los soldados. Pero, otros afirman que fueron los guerrilleros los que iniciaron el fuego al sentirse acorralados. Tampoco hay certeza sobre estos hechos.
 
Entre lo peor que ocurrió por aquellos días está la desaparición de personas que salieron con vida del palacio. Existen versiones de torturas  y ejecuciones por parte de las autoridades quienes ejercieron como jueces y por la vía extrajudicial dieron término a una disputa que debió ser llevada a los estrados judiciales donde hubieran podido tener un juicio con derecho a la defensa, ser vencidos y condenados o tal vez exculpados.
 
Pasan los años, pero no pasa el estupor. La violencia de parte de todos los actores, fue la ganadora a las carreras, sin que importara quien cayera. No había tiempo para contemplaciones, todo se debía resolver con urgencia para que aquello no terminara poniendo contra las cuerdas al gobierno de entonces. De nada sirvieron los llamados de auxilio lanzados por quienes sentían la inminencia de un desenlace fatídico.

La gran lección, a pesar de todos los baches que la comisión de la verdad no pudo dilucidar, es que por la vía  del diálogo civilizado se pueden resolver las situaciones por más complejas que sean y en las que están en juego la vida de los contendientes, pero también las de inocentes a quienes la violencia colateral los alcanza y extermina sin razón.

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