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¿Un error inicial?

Es difícil entender por qué surge un problema cada vez que se está a punto de llegar a un acuerdo para terminar el conflicto.

Para quienes no conocemos el curso de las negociaciones y esperamos que se llegue pronto a un final feliz es difícil entender por qué surge un problema cada vez que se está a punto de llegar a un acuerdo, parcial o definitivo, para terminar el conflicto.

Sobre la justicia transicional surgen más objeciones que acuerdos. La dejación de armas es un confuso asunto. La desmovilización de los insurgentes sigue siendo una incógnita, y la definición de las áreas de concentración ha desatado un verdadero cataclismo en La Habana. 

¿Por qué? Voy a esbozar una hipótesis resultante de las pocas informaciones de prensa que nos llegan, ya que la crisis energética, el fallo sobre el litigio con Nicaragua, la visita del presidente Obama a Cuba y los atentados de Bruselas congestionan los espacios informativos.

Paso a creer que el problema actual es la forma como comenzaron las negociaciones, porque no fue un inicio institucional en que el gobierno, representado por negociadores oficiales, propusiera los términos precisos sobre los que se debían adelantar los diálogos. 

Parece que el proceso se hubiera iniciado entre unos amigos que, tomando café, hubieran acordado hacer las paces en términos que sólo ellos conocen, basados en optimistas promesas y cordiales ofertas que debían llevarlos en pocos meses a firmar los acuerdos. 

Pero, luego vino el verdadero examen oficial de las condiciones que debían cumplirse para llegar a la desmovilización de las FARC, y es cuando éstas desplegaron su capacidad negociadora afinada en 50 años de estudio de estrategias, ante la cual el gobierno no ha hecho más que retroceder acosado por los insurgentes y por la opinión nacional que reclama los resultados ofrecidos con el inicial optimismo 

Por eso es que, en los momentos más difíciles, el presidente Santos envía a su hermano para se vuelva a sentar en el sillón de las visitas, seguramente con la intención de revivir el tono de las primeras conversaciones en las que todo era tan bonito. 

Esa es, probablemente, una gestión tardía porque ya hay demasiado camino recorrido, y los comandantes ya no son los contertulios del comienzo sino unos avezados negociadores que le están sacando el mayor partido al apuro del gobierno por darle al mundo la buena nueva de la solución del conflicto.

En el libro “Así Empezó Todo” que escribió Enrique Santos, inserta una frase que resume el ambiente familiar de las primeras conversaciones: Si Santos quiere pasar a la historia, nosotros le ayudamos.

En el artículo “Los nudos de La Habana que el Gran Hermano no logró desamarrar”, de La Silla Vacía, se lee: “La reunión no fue solo con el jefe de las Farc Timochenko, sino también con Carlos Antonio Lozada, que había estado a cargo de la Subcomisión de Fin del Conflicto por parte de la guerrilla, lo que terminó tocando sensibilidades de delegados del Gobierno en esa misma subcomisión. 

Pero todo eso hubiera sido irrelevante si al final el hermano del Presidente hubiera logrado su cometido de abrir puertas. Pero los guerrilleros reafirmaron su posición”.

ramirezperez2000@yahoo.com.mx

Sábado, 26 de Marzo de 2016
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