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Un problema gordo

Hay otras enfermedades que producen menos ruido porque paulatinamente nos hemos ido acostumbrado a ellas y hacen parte de la cotidianidad.

Casi todos los casos de dominio público que generan escándalo y alcanzan un lugar preponderante en la prensa,  producen una respuesta oficial inmediata para tratar de remediar la situación y los asuntos de la salud no son la excepción. Por ejemplo, una epidemia por el virus Zika o Chikungunya provocaron una respuesta inmediata del Ministerio de Salud, para prestar atención a la situación, lo cual llevó a promulgar medidas que buscaban detener la epidemia; mucho más si lleva intrínseca la posibilidad de ocasionar secuelas severas entre quienes padecen estas enfermedades o su descendencia, como fue el caso de la microcefalia asociada a la infección por el virus Zika durante el embarazo.

Hay otras enfermedades que producen menos ruido porque paulatinamente nos hemos ido acostumbrado a ellas y hacen parte de la cotidianidad, como son el paludismo y en época más reciente el Dengue y si alguna vez hubo avisos publicitarios y campañas para combatirla e identificarlas tempranamente por los síntomas de la enfermedad, se han ido olvidando; sin que ello signifique que estas enfermedades hayan desaparecido. Lo mismo ocurre con las enfermedades de transmisión sexual, lo cual no ha permitido que disminuyan en forma significativa las cifras de afectados por este tipo de enfermedades infecciosas que tienen un mecanismo de contagio bien definido y claramente evitable con el uso de preservativos.

Pero si la guardia se ha estado bajando con las enfermedades que producen ruido, que decir con aquellas que van unidas a la mejoría en las condiciones de vida de la población. Es el caso de la clase media que sigue mejorando y creciendo. Con ello llegan las facilidades de la vida cómoda que aportan una mayor alimentación, sin que sea la mejor, pero si la más abundante y unido a ello va el sedentarismo; una y otra conducen al sobrepeso y luego a la obesidad. Es claro que hoy hay más gordos que hace un siglo, además nos hemos vuelto más urbanos y menos rurales. Esta es una enfermedad crónica silenciosa que causará muchos gastos en la atención de los problemas derivados de esta nueva condición que no parece asustar a nadie.

La obesidad conduce a la diabetes, se acompaña de  hipertensión arterial, la enfermedad de las arterias del corazón y así llegan los infartos del cerebro y corazón. Pero, ¿cuántas personas están enteradas de la importancia de mantener el peso en un rango de normalidad? Se deben haber diseñado planes para llegar a la población con la información adecuada, que sin embargo no se han divulgado o no están produciendo el impacto que debería tener, porque cada día hay más obesos y diabéticos, lo cual significa que se está perdiendo esa batalla que en poco tiempo causará muchos problemas.

Es sencillo, sin que nos obliguen o nos presionen, debemos intentar comer menos, tener una mayor actividad física e intentar mantener ese equilibrio entre los ingresos calóricos y las pérdidas a través del ejercicio, lo cual no nos dará la inmortalidad, pero si nos proporcionará una mejor calidad de vida. Vale la pena  hacer uso de los parques saludables o simplemente caminar un rato cada día.

 

Sábado, 14 de Mayo de 2016
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