Se acaba de aprobar una nueva reforma tributaria que comenzará sus efectos a partir de enero de 2017. Un nuevo sacrificio para los colombianos: ya se nos había pedido ese esfuerzo después del gobierno de Samper cuando la economía quedó seriamente resquebrajada; después para la financiación de la guerra contra el narcotráfico y contra la guerrilla, y ahora para cubrir el gasto del posconflicto.
Se trata sin duda de un esfuerzo enorme, que afectará a todo el sistema productivo del país, hasta alcanzar ya muchos de los componentes de la canasta familiar; siempre con la ilusión de que sea un estado transitorio, pero que nunca regresa a la situación de normalidad, como aquel 4 por mil sobre los retiros bancarios, aprobado para un periodo estimado en cuatro años, pero que ya lleva 20, y cada vez mas afianzado.
Cumplidos los hechos, siempre pisoteando promesas en sentido contrario, bueno es pensar de una vez por todas en trabajar otras fuentes de recaudo que no sean las del estrangulamiento tributario.
La evasión sigue siendo un problema no atacado en forma sistemática, que le impide al país recaudar varios billones de pesos. El contrabando se mantiene orondo y nunca va a pasar si se contentan las autoridades con decomisar de vez en cuando unos cartones de cigarrillos y algunas chucherías en San Andresito. El monstruo de la corrupción sigue tomando proporciones cada vez más preocupantes, y un solo caso, Reficar, marcó 8 billones de pesos; y por último, el recorte de gastos suntuarios merece un esfuerzo mayor en todos los estamentos de la administración pública: menos funcionarios en los carros oficiales y en los aviones comerciales, así como en las manifestaciones sociales que nada tienen que ver con el funcionamiento del Estado.
Si no es posible mostrar resultados tangibles en estos asuntos, los ciudadanos no van a aguantar más esfuerzos por el lado facilista de incremento de los impuestos, además porque esas medidas dejan en situación de incompetencia a nuestros mercados, frente a los escenarios de la producción mundial.
El ministro Cárdenas mostró mucha habilidad política en la aprobación de la reforma, pero es necesario pensar en que esa no puede seguir siendo la vía, cuando ya fue posible comprobar incrementos hasta del 25%, y llegando hasta tocar ingresos brutos, lo cual es verdaderamente injusto y arbitrario.
Feliz Año, en medio del sacrificio, para todos los lectores.
