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Una reforma que empobrece

Por suerte, al Congreso, una de las instituciones más corruptas y desprestigiadas del país, se le vio una.

Sí, es cierto, en Colombia se necesita una reforma tributaria, y urgente. Hay que tapar el hueco fiscal que ha dejado la caída del petróleo, que por fin empieza a recuperarse (e irónicamente gracias a alguien que detestamos, Nicolás Maduro, pero, a cada quien hay que darle lo que le corresponde, y esta victoria es suya). Hay que empezar a tapar el tremendo hueco no diría yo, es más adecuado el colosal cráter, que creará en las finanzas del Estado el acuerdo de paz con las Farc-EP.

Sin embargo, el Gobierno quiere tapar este déficit, principalmente, con los colombianos que vivimos arrendados, almorzamos con una gaseosa, porque no alcanzó para fruta y azúcar, desayunamos con chocolate muy de vez en cuando, porque no es un lujo para todos los días, comemos con pasta (espaguetis y demás), fritas de maduro, un huevo, también frito, porque no hubo para más. Muchos otros productos, como la gelatina, quizá no se vuelvan a ver en nuestras neveras y cocinas. Este duro golpe, prácticamente ya es una realidad, aunque de forma descarada y cínica el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas (recordemos este nombre, por si algún día se lanza a algún cargo de elección popular, cobrársela), desde que presentó la reforma tributaria al Congreso, venga afirmando que ésta protege a los estratos menos favorecidos.  

Por estos días hemos escuchado nuevos impuestos para casi todo, a las bebidas azucaradas, el jugo o sopa en muchos hogares, a las motos, el transporte de los colombianos asalariados. Por suerte, al Congreso, una de las instituciones más corruptas y desprestigiadas del país, se le vio una, echó para atrás estos dos impuestos; aunque sí la contempla para motos de cilindraje mayor a ciento ochenta. Sin embargo, los colombianos de los estratos uno, dos y tres, tampoco íbamos a salir tan bien librados. Y el golpe vino por el punto más débil que tenemos: la canasta familiar, y con productos tan indispensables como el aceite, la pasta, el chocolate, las frutas y hortalizas. El alza del salario mínimo ni siquiera va alcanzar para compensar el golpe de esta reforma tributaria que hace a los pobres más pobres y a los ricos más ricos.

Y para nada exagero, con productos de la canasta familiar con IVA del 19%, necesariamente en los hogares colombianos de clase media y baja tendrá que hacerse recortes, y recortes no de lujos, que estos ya serán imposibles, sino de las cosas básicas, mejor dicho, echarle menos a la olla. Para los que no se la llevan bien con los porcentajes, prácticamente la quinta parte del precio de los productos es lo que se llevará el Gobierno por concepto del Impuesto al Valor Agregado.

Sin embargo, de algo     que no se oye decir nada, absolutamente nada, a ningún representante del Gobierno, ni al que presentó esta desvergonzada reforma tributaria, ni al que le quitó el empleo a la paloma como símbolo de la paz, nuestro Nobel y presidente,  ni al paisano que por fin, que día, dijo algo en defensa de la región que lo vio nacer, y gracias a la que está donde está; como decía, a nadie del Gobierno se le escucha la propuesta de combatir la corrupción como la mejor reforma tributaria, pues, peso que no puedan robarse y llegue a donde está pensado, es un peso menos que tienen que volvernos a sacar del bolsillo. Pero no, en vez de centrarse en cómo acabar con la corrupción prefieren es maquinar en cómo empobrecer al pueblo.  

 

Martes, 3 de Enero de 2017
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