La historia de los desastres originados por eventos naturales en Colombia, necesariamente debe citar el terremoto de Cúcuta del 18 de Mayo de 1875, cuya intensidad de acuerdo con la escala de Mercalli fue de XI, en una escala que va de I a XII; mucho se ha escrito al respecto, hoy en su conmemoración 145 aún se vive con la incertidumbre de cuál es el riesgo sísmico al que está expuesta nuestra ciudad; existen muchos escritos al respecto, incluso hay tesis de grado universitario laureadas, pero no han trascendido más allá de lo académico. Es conveniente aunar esfuerzos institucionales que permitan conocer el verdadero riesgo sísmico al que está expuesta la población.

En el año 1997 en la cúpula chata del palacio de gobierno departamental, el entonces instituto colombiano de geología y minería “Ingeominas”, hoy Servicio Geológico Colombiano, propuso realizar la microzonificación sísmica de la ciudad de Cúcuta, en ese entonces era un proyecto que no superaba los setecientos millones de pesos, el cual hubiese sido un insumo muy importante para los Planes de Ordenamiento Territorial y la planificación urbana de la ciudad; un par de meses después, en una visita a la capital de la república, averiguamos qué había pasado con dicho proyecto y la respuesta fue desconcertante… “la ciudad de Cúcuta..  No tiene dolientes…” 

Muchas personas e instituciones académicas como la U.F.P.S., han tratado de sensibilizar a los burgomaestres de turno, para que retomen e inicien la gestión nacional y regional sobre la elaboración del estudio de Microzonificación Sísmica de Cúcuta, sin éxito alguno, sin embargo durante varios lustros el proyecto ha sido incluido varios Planes de Desarrollo de diferentes administraciones de la ciudad de Cúcuta, pero nunca se ha logrado, al menos, una articulación de entidades regionales que permitan aunar esfuerzos para la consolidación de tan importante proyecto para la ciudad.

El proyecto de Microzonificación Sísmica de Cúcuta, más que una necesidad es una obligación, teniendo en cuenta que la ciudad desde hace varios años inicio una vertiginosa carrera hacia la construcción en espacio vertical, sin contar con una norma local de sismoresistencia que permita conocer en realidad la respuesta del suelo y subsuelo ante sismos de gran magnitud, lo cual aumenta la vulnerabilidad ante el riesgo sísmico para los pobladores. La importancia de contar con una norma local sismoresistente, más exigente que la norma nacional (NSR10), generaría edificaciones e infraestructuras en general más confiables y seguras, por ende, la reducción del riesgo sísmico de nuestra ciudad. 

El objetivo principal de la Microzonificación Sísmica, es identificar los efectos y los problemas en las construcciones existentes como consecuencia de los sismos en las diferentes zonas de la ciudad, así como también especificar los requisitos y recomendaciones de diseño y construcción para las nuevas edificaciones. Es además una caracterización de suelos según los aspectos geotécnicos y geológicos de cada sector mejorando las condiciones constructivas, zonificando la ciudad en diferentes áreas de acuerdo a la respuesta sísmica del suelo y subsuelo.

Vale la pena resaltar que, dentro de los principales aportes de la microzonificación sísmica, se puede citar: (i) el mejoramiento y calidad de las futuras construcciones, (ii) la planificación urbana, y (iii) el reforzamiento estructural de las edificaciones esenciales existentes, debido a que con este tipo de estudio se puede obtener información que permite conocer la intensidad máxima que podría eventualmente alcanzar un sismo en el área estudiada. Conocer los efectos locales probables de un sismo, con base en la evaluación de la amenaza sísmica, permite la implementación de estrategias sobre intervención prospectiva y correctiva que realmente logre reducir el riesgo sísmico, modificando por lo tanto la respuesta sísmica de la ciudad.