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$95 mil millones en vilo por trabas en puente de Atalaya

Mintransporte habría aprobado la obra que pide frenar la Aeronáutica Civil.

Aunque la construcción del intercambiador vial de Atalaya se inició en mayo de 2015, a la par de las obras de remodelación de la pista 03-21 del Aeropuerto Internacional Camilo Daza, el puente de 35 mil millones de pesos podría ser derribado a un mes de que la pista de 60 mil millones esté lista.

El intercambiador, que pretendía mejorar la movilidad en la autopista Juan Atalaya, la avenida Las Américas y la vía a El Zulia, atenta contra la seguridad aeropuertaria, por las dimensiones de su estructura.

Debido a la enorme pérdida que constituiría su demolición, las voces críticas no se han hecho esperar.

Para el secretario de Planeación de Cúcuta, Orlando Joves, quien indicó que hasta el momento el municipio no ha sido notificado de resolución ni decisión alguna, lo que ocurre solo evidencia “falta de coordinación entre las entidades del orden nacional, con una obra que es de la Nación”.

Agregó que sería “una lástima para Cúcuta que no se pudiese llegar a un acuerdo”, y que teme algún tipo de “ligereza o desconocimiento de la magnitud de tomar una decisión como esta”.

Por su parte, el presidente de la Asamblea de Norte de Santander, Hernando Ross,  dijo que demoler el intercambiador “es un absurdo; no tiene lógica”.

“Cuando se iba a construir el puente hubo una socialización y se sabían las condiciones técnicas”, afirmó. “Esperamos que se dé un ajuste, porque perder una inversión que esperamos durante mucho tiempo, porque salen con que no les sirve, afecta el desarrollo de la ciudad”.

Sin embargo, la resolución 03510 de la Aeronáutica Civil indica que “cualquier contravención a la misma dará lugar a la aplicación de las sanciones previstas en las disposiciones legales vigentes”.

Este mismo documento incluye la notificación al alcalde de Cúcuta para que en uso de las facultades policivas que la ley otorga, haga cumplir la resolución, en el evento que se incumpla la orden impartida.

Otros casos

Este no es el primer caso de obstáculos que se encuentran en inmediaciones de un aeropuerto. Hay otras circunstancias que afectan la operación aérea.

En Cali, 4,46 kilómetros separan el aeropuerto internacional Alfonso Bonilla Aragón del estadio Palmaseca, que en las noches genera una luminosidad que puede causar disturbios en la visibilidad de los pilotos, mientras que en Pereira, el estadio Hernán Ramírez Villegas está a solo 1,52 kilómetros de la torre de control del aeropuerto internacional Matecaña.

En alguna oportunidad, las autoridades aeronáuticas hicieron suspender un juego de fútbol en Pereira, para que aterrizara un vuelo. Actualmente, el aeropuerto Camilo Daza, cuya pista está aproximadamente a un kilómetro del intercambiador (2,5 km entre el intercambiador y la torre de control), tiene entre 23 y 24 vuelos diarios nacionales e internacionales.

Proyecto fue revisado por Mintransporte

Las autoridades departamentales aún no se explican cómo la Aeronáutica Civil, entidad que depende del Ministerio de Transporte, pide frenar un proyecto que fue viabilizado por el propio ministerio.

El intercambiador se financia en parte con dineros aportados por el Ministerio (25 mil millones de pesos) y para la aprobación de estos recursos el ministerio tuvo que estudiar y dar su visto bueno al proyecto.

El intercambiador consta de: un puente atirantado sobre la redoma de Los Vientos, con dos carriles en cada sentido, una luz de 450 metros, dos mástiles de 35 metros altura con cables de suspensión, una luz central de 80 metros, voladizos laterales de 40 metros y dos rampas de acceso.

En la parte baja se tenía pensado reconstruir la Glorieta de Los Vientos, dándole un toque más fresco y natural con la siembra de árboles autóctonos.

Para darle continuidad a esta obra la Secretaría de Tránsito Municipal adecuó a mediados de 2015 un plan de movilidad en Atalaya, medida que causó malestar entre la comunidad, porque no hubo quién vigilara el cumplimiento de las rutas.

Otro de los tropiezos durante la obra tuvo que ver con la reubicación de los predios de La Victoria por donde pasaría la nueva carretera. Tras ocho meses de vivir entre el polvo y los ruidos propios de la construcción del intercambiador, las cuatro familias que vivían al pie del puente recibieron una solución.

*La Opinión

Miércoles, 10 de Febrero de 2016
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