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Alcalde precavido

Un ejemplo de este tipo de alcaldes preocupados por el bienestar de su gente es José de Dios Toro, de El Tarra.

Parece que pasaron los tiempos de las alcaldadas, esas decisiones absurdas de algunos alcaldes, que llamaban a risa y a burlas, antes que a acatarlas. Ahora, en su mayoría, los administradores municipales son personas que tienen formación académica y política y, por lo mismo, saben de qué hablan cuando deben hacerlo.

Un ejemplo de este tipo de alcaldes preocupados por el bienestar de su gente y el futuro de su pueblo y la región es José de Dios Toro, de El Tarra.

Hace algunas semanas, Toro fue a Washington, invitado por el gobierno de Estados Unidos para que en un foro internacional dijera qué es lo que hace por su pueblo, que ya ha trascendido las fronteras, y de paso informara de qué manera se invierten los dineros de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid).

Toro, como los demás alcaldes del Catatumbo, son el dínamo que mantiene en marcha a la Asociación de Municipios del Catatumbo (Asomunicipios), organismo llamado a transformar la región más conflictiva del nororiente colombiano en una que será imitada, por su manera de enfrentar los retos del futuro.

Toro ya tiene a 50 productores agrarios de su pueblo recibiendo beneficios generados por créditos que les permiten cambiar cultivos de uso ilícito (coca, en el caso de El Tarra) para mejorar las condiciones de productividad de toda la zona.

Pragmático y realista, Toro sabe que los cultivos de coca existen porque son “el único sustento que tiene hoy en día” el campesino catatumbero, deseoso, como está, de cambiar, pero imposibilitado si no tiene el apoyo irrestricto del Estado.

Por eso, el alcalde buscó la forma de materializar un convenio con el Banco Agrario y el Fondo Complementario de Garantías, con el fin de promover créditos destinados a la siembra de cacao, la compra de vientres de leche y el mejoramiento de praderas, entre otras actividades.

Toro le apuesta al cacao, producto que la naturaleza le regaló a esta región del planeta (su origen se pierde entre el Sarare y el Catatumbo), para cambiarles a los campos de El Tarra el tono del verde de la coca. Y sabe que su plan será exitoso.

“El cacao es el (producto) más predominante, y aunque el campesino puede que no vea la misma productividad del cultivo ilegal, sí puede reemplazar, en parte, la utilidad que deja la coca”, dice convencido, y con esas palabras ha logrado que lo respalde el pequeño ejército de productores que está dispuesto a apostar por él.

Sin embargo, tiene la experiencia suficiente para advertir lo que puede pasar si, como ocurre siempre que no hay planificación, todos se dedican a cultivar cacao y olvidan otros productos. Sería, de nuevo, la debacle económica.

Si todos los gobernantes fueran así de precavidos, capacitados para prevenir un futuro de dificultades, el país estaría en otro estadio de bienestar y desarrollo, y la tarea de todos sería mucho más fácil.

Toro, tecnólogo en producción agropecuaria, y El Tarra, corazón del Catatumbo y, según el gobernador de Norte de Santander, futura sede de la universidad de la región, merecen todo el éxito posible en sus proyectos.

No se han quedado en el simple enunciado de problemas y soluciones: dieron el salto y comenzaron a avanzar

Martes, 21 de Marzo de 2017
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