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Caos DC

La táctica de Trump es similar a la del taimado pescador que sabe en dónde están los peces y revuelve el agua.

Desde hace un mes, Washington DC es un completo caos. No la ciudad ni altos organismos, sino la presidencia de Estados Unidos. Es lo que consideran los analistas del gobierno de Donald Trump.

Pero, quizás, les falta decir que es un caos programado por Trump y su gente para ampliar y solidificar su base popular, que, en últimas, será su apoyo cuando de verdad los días para el presidente sean aciagos. Hasta ahora no lo han sido.

Los problemas —graves y crecientes— con la prensa, las discrepancias con la Justicia y el disgusto de la opinión pública le tienen sin cuidado. Su base electoral exacerbada de obreros blancos pobres y marginados acrecienta su lealtad hacia él.

Mirando por el espejo retrovisor, Trump ve cómo toma distancia de todo lo que significa el gobierno anterior de Barack Obama mientras envía mensajes hacia centros de poder como Wall Street, donde adoran su perfil proteccionista. Y, todo, al margen de los toma y daca con los principales medios de comunicación y de los anuncios de endurecimiento de la política migratoria.

Un mes ha sido suficiente para destituir a una fiscal general, deshacerse a las patadas de su consejero de Seguridad Nacional, humillar a todos los servicios de inteligencia, ordenar construir un muro en la frontera con México, abandonar el Acuerdo Transpacífico, pelearse con el sanctasanctórum de la tecnología: Google, Apple y Facebook, defender al presidente ruso Vladimir Putin y pelearse con los líderes de México, China y Australia, prohibir la entrada de musulmanes, chocar con los tribunales, mostrarle los dientes a la Unión Europea y satanizar a los medios. En solo un mes, de paso, convirtió en un montón caótico de chatarra el ajustadísimo mecanismo de reloj que funciona dentro de la Casa Blanca, el símbolo por antonomasia del poder universal.

Mientras él se regodea con mítines como el del sábado pasado en la Florida, en todo el país hay gente preocupada por el desorden de Washington.

“Nunca he estado tan nervioso sobre lo que pueda ocurrir en Washington”, argumentaba el demócrata Leon Panetta, exsecretario de Defensa y director de la CIA. “Si emerge una crisis, no sé si podrán responder de una forma racional”.

Y el general Tony Thomas, jefe del comando de operaciones especiales, más realista, exclamaba: “Nuestro gobierno vive en un increíble desorden, y espero que no sigan así, porque somos una nación en guerra”.

El propio John McCain, legislador republicano y excandidato presidencial con muchos años en la política, dijo una frase en abstracto, pero que se refería, obvio, a la descalificación de Trump de los medios, a los que calificó de ser enemigos del pueblo. “Cuando miras las historia, lo primero que hacen los dictadores es reprimir a la prensa”, dijo McCain.

La táctica de Trump es similar a la del taimado pescador que sabe en dónde están los peces y revuelve el agua, mientras al descuido lanza su red donde es. Solo que manejar la Casa Blanca y lo que representa no es un ejercicio de pesca. Lo que sucede allí tiene siempre repercusiones orbitales, guste o no.

Es la realidad, y Trump la está convirtiendo en un caos insuperable…

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Lunes, 20 de Febrero de 2017
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