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Ciencia vs. trochas

75 mil millones de pesos es poco dinero para las inmensas necesidades viales del departamento.

Es palabras fáciles de entender: el dinero de la ciencia y la tecnología se convertirá en recebo de carreteras. Ni más ni menos.

No hay duda de que antes que por la gran autopista de la información, al menos en Norte de Santander tendremos que preocuparnos por transformar en carreteras aceptables los horribles caminos de herradura que unen a nuestros pueblos.

Para ello habrá 75 mil millones de pesos que, tal como están las vías, no alcanzarán para mucho. 

Pero, en el fondo, se reafirma una realidad que agobia: mientras el mundo avanza a las carreras en busca de los utópicos confines del universo, nosotros intentamos salir del barro. ¿O es que alguien puede llamar carretera el barrizal que lleva a Caño Indio, o a la trocha que pretende unir a Tibú con La Gabarra (salvo un tramo), o las que llegan a Villa Caro, o al infierno Sardinata-Las Mercedes? Y ¿qué, de la trocha Tibú-Ocaña, por El Tarra?

Para no ir lejos de Cúcuta, ¿en verdad se le puede decir carretera a ese camino entre Cúcuta y El Astillero La Ye, vía Puerto León-Agualasal? ¿O a ese eterno e insufrible pedregal entre Villa del Rosario y Ragonvalia? ¿Y al desastre conocido como la Vía de la Soberanía?

75 mil millones de pesos es poco dinero para las inmensas necesidades viales del departamento, aunque se reconocen las excelentes intenciones de la Gobernación por aportar recursos para, al menos, aliviar algo la sufrida vida de nuestras gentes.

Pero, ¿por qué destinar el dinero de la ciencia y la tecnología a las carreteras? ¿Es que en Colombia nadie quiere investigar o la tecnología no importa? Algo de lo uno y de lo otro.

Por decisión legal, los políticos terminaron manejando la ciencia. Los gobernadores son quienes deciden qué tipo de proyectos científicos y tecnológicos pueden ser llevados a Colciencias para su financiación. Por supuesto, muy pocos proyectos son aceptados por el organismo científico. La mayoría pretenden solucionar problemas coyunturales de la región, que de otra manera un gobierno departamental no es capaz de resolver.

Así, el rigor científico de la propuesta no permite que la idea pase los primeros filtros de Colciencias. Con toda razón. Preocupado, un mandatario sugirió que Colciencias bajara el nivel exigido, que fuera laxo en el rigor, pero no exigió a los investigadores proponentes elevar la calidad de las propuestas. Ese era el camino, no otro.

Muy pocos proyectos llegaron entonces a consideración de los Órganos Colegiados de Administración y Decisión (Ocad), y como consecuencia, enormes millonadas quedaron en los fondos de ciencia y tecnología, y de ellos saldrá 1.1 billón de pesos para las carreteras.

Ahora, Colombia queda tirada en la orilla más oscura de la autopista de la ciencia y la tecnología, en la que se avanza por años luz, mientras, por ejemplo en Norte de Santander, en la única carretera que funciona plenamente, entre Cúcuta y Pamplona, la mayor velocidad escasamente alcanza 60 kilómetros por hora.

De las demás, ni hablar… De alguna manera son inexistentes…

Miércoles, 14 de Junio de 2017
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