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De perdón y reconciliación

En todos los púlpitos del país se tocaron temas como este, o como el perdón y el fin del odio y la discriminación. 

Durante los días santos, la iglesia católica estuvo dedicada a clamar por la necesidad de reconciliación entre los colombianos, como requisito fundamental de una paz cuya apariencia cada día es la de una situación más golpeada y enclenque.

En todos los púlpitos del país se tocaron temas como este, o como el perdón y el fin del odio y la discriminación. Nada se dijo, sin embargo, de situaciones que, en Roma, por ejemplo, llevaron al papa Francisco a horrorizarse por “las veces que nosotros, obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas, hemos escandalizado y herido tu cuerpo y hemos olvidado nuestro primer amor, nuestro primer entusiasmo y nuestra total disponibilidad”. Por eso y más, Francisco pidió perdón varias veces.

La pederastia fue, para el papa, el asunto primordial de su sermón principal, y en Colombia nada se dijo de casos recientes como el de Cali, donde el arzobispo excusó al cura William de Jesús Mazo Pérez, condenado a 33 años de cárcel por abusar sexualmente de cuatro menores en el 2009. No se pidió perdón por eso…

Debe haber católicos para los cuales pueden surgir dificultades en la labor de entender lo que parecen ser dobles discursos de la jerarquía: abogar por perdón y reconciliación por razón de la guerra, pero olvidar pedirlo por las malas acciones de algunos de sus prelados.

En lo que hubo coincidencia entre el Vaticano y Colombia fue en el clamor para que Dios “detenga a los señores de la guerra (…), a los traficantes de armas que se benefician con la sangre de hombres y mujeres” inocentes.

Los señores de la guerra no solo son quienes las planifican y dirigen detrás de las cortinas, sino quienes las estimulan con discursos infames contra procesos como el de la paz en Colombia, e incluso de manera abierta la vituperan y rechazan, convencidos de que como ellos no la sufren, los demás colombianos tampoco.

Pero, independientemente de los llamados católicos a superar los odios entre hermanos y a sembrar reconciliación y perdón en los corazones, oportunidades de afianzar el tambaleante proceso de paz no hay muchas, como sí las hay para que cualquiera intente desestabilizarla.

Los días de reflexión ya pasaron, y durante ellos hubo de todo menos tiempo para meditar en la realidad política y social colombiana. Es el momento propicio para comenzar a hacer esfuerzos individuales por superar ese desinterés que está haciendo carrera entre todos en torno de la posibilidad de vivir tranquilos.

Ya se desarmó, por sí solo, el misil lanzado desde algún sector partidista, en el sentido de que con las Farc en las zonas veredales comenzaba el proceso, para muchos inmediato, de convertir las regiones en repúblicas independientes. Pues, la verdad, la realidad es diferente, con una guerrilla que dejó de serlo y que, como se comprometió, entregó las armas y a los niños que estaban en sus filas.

Si la mayoría de colombianos se queja de la soberbia de los demás, que no permite reconciliación posible, dedicaran solo unos minutos diarios a pensar en la posibilidad de vivir sin sobresaltos, así será en menos tiempo del calculado…

Hay que hacerlo.

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Sábado, 15 de Abril de 2017
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