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Editorial
El Plan padrino
19 oficiales de la Policía acompañarán, a donde quiera que vayan a los concejales de Cúcuta.
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Lunes, 13 de Febrero de 2017

A partir de ahora, 19 oficiales de la Policía acompañarán, a donde quiera que vayan a los concejales de Cúcuta. Plan padrino llaman al pacto del Concejo con la Policía Metropolitana, para garantizar la seguridad de los concejales “en las labores sociales y políticas” que adelantan en los barrios de la ciudad.

Para el plan, se parte del supuesto, aceptado a regañadientes por algunas autoridades municipales, de que la ciudad es cada día menos segura, por razón de múltiples factores, entre los que se cuenta, claro, la falta de recursos para darles a las comunidades los niveles de bienestar que podrían alejar a algunos individuos del delito y la violencia.

En ese sentido, todos los habitantes de la ciudad corren los mismos riesgos, lo que de inmediato lleva a preguntar por qué la inseguridad afecta más a los 19 concejales que al resto de ciudadanos, miles de los cuales viven en sectores donde la violencia y el delito son pan de cada instante.

¿Acompañar a los concejales en su campaña política es arriesgado? Si esa es la realidad, quizás sea porque ellos mismos no han sabido disponer de todo lo que se necesita para generar comunidades seguras. Y, con el inexplicado Plan padrino, la situación en las barriadas será más difícil. Al fin y al cabo, de las calles donde se necesitan sacan a 19 policías para asignarlos a cuidar los pasos de los concejales.

Si la razón fue el escándalo que hizo el concejal Juan Capacho por el asalto a su amigo periodista, en el que según dijo el político se sintió amenazado —a pesar de que las pruebas demuestran que no hubo razón para ello—, pues lo mejor es que encuentren otro argumento para justificar la medida, porque el riesgo que corrió fue menor que el que enfrentan los demás cucuteños en cualquier calle.

Montar un plan de seguridad con base en una sospecha infundada no parece compadecerse con la escasez de personal de la Policía, ni mucho menos con toda la gama de peligros que acechan a los demás habitantes de la ciudad.

Más peligro que el de los concejales corren los ediles, a varios de los cuales las amenazas han hecho cambiar de barrio o de rutina, y hasta pensar en irse de la ciudad, a la manera del líder de los trabajadores impagos de Cambari.

Pues a este pobre hombre, al que ningún policía cuidó, para el que no hubo un oportuno Plan padrino, lo amenazaron de muerte: incluso le enviaron un sufragio a casa. En el colmo de la desesperación, debió huir para salvar su vida. Su pecado fue reclamar el pago de salarios adeudados.

La Policía debería analizar más a fondo su compromiso con el Concejo, y ver más allá del centro de la ciudad, donde los 19 cuidadores del Plan padrino se hacen imperativamente mucho más necesarios que en las sillas del Concejo o junto a sus apadrinados en los restaurantes de lujo.

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