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La lucha tiene que seguir

Una estrategia que tiene como eje central la transformación y desarrollo de los territorios y áreas cultivadas.

Colombia vuelve a ser el principal país productor de cocaína del mundo. El año pasado registró una producción de 940 toneladas, la más alta de la historia.

Fueron superados los elevados picos de los años 2005 y 2015 cuando la producción fue de 640 y 646 toneladas, respectivamente, según las mediciones y monitoreos de las autoridades y organismos internacionales.

Pero registramos también el año pasado un crecimiento del 50 por ciento en las siembras de coca. Pasamos de 96.000 hectáreas en 2015 a 146.000 hectáreas en 2016.

Las zonas de frontera del país como El Catatumbo concentran las regiones con más cultivos: Nariño con 42.627 hectáreas (26%); Putumayo con 25.162 hectáreas (17%), y Norte de Santander con 24.831 hectáreas (17%).

Pero también hubo aumento en las incautaciones pasando de 243 a 378 toneladas.

Son cifras que plantean un panorama complejo y preocupante como lo definió un funcionario de las Naciones Unidas, pero también resulta positivo que empiece a consolidarse un escenario proclive a una solución sostenible, consistente en la transición de una estrategia centrada en los cultivos de coca a una estrategia que tiene como eje central la transformación y desarrollo de los territorios y áreas cultivadas.

“La estructura institucional del Acuerdo de Paz (con las Farc) está cada vez más consolidada. Es esperanzador evidenciar muestras de una solución sostenible no solamente en el discurso sino en la realidad”, reconoce el representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unode), Bo Mathiasen.

En su opinión, las cifras sobre aumento de la producción y crecimiento de los cultivos exigen la transformación de los territorios del país que han venido explotando los narcotraficantes con la siembra y resiembra de la coca.

Hay que señalar que el gobierno colombiano no ha bajado la guardia en su lucha sostenida y contundente contra el narcotráfico y como lo señaló el vicepresidente, general Óscar Naranjo, las autoridades no se inmovilizan con las cifras, “y responden con determinación, integridad y una aspiración que queremos convertir en realidad de que el fin de los cultivos ilícitos sea sostenible en el país”.

Y prueba de ello es que ya se puso en marcha la estrategia integral para enfrentar la nueva realidad que coincide con el enfoque y propuestas de las Naciones Unidas para transformar y desarrollar los territorios de los cultivos ilícitos. Esto se comenzó con la erradicación forzosa y la sustitución voluntaria.    

Se ha puesto como meta este año acabar con 100.000 hectáreas de coca: 50.000 hectáreas a través de la erradicación forzosa y la sustitución voluntaria de las otras 50.000.

Al 5 de julio de 2017 se habían erradicado 20.297 hectáreas de cultivos ilícitos. Y en lo corrido del año se pactaron acuerdos colectivos para la sustitución voluntaria con cerca de 80.000 familias en 13 departamentos del país, según ha informado el vicepresidente Naranjo.

El gobierno, pues, ni ha bajado la guardia ni se va a quedar quieto con las cifras sobre los aumentos en la producción y el crecimiento de los cultivos ilícitos.

Su compromiso es seguir luchando contra el narcotráfico y lograr la desarticulación total de las bandas criminales. Es una tarea que a todos tiene que involucrarnos tanto en Colombia como en la comunidad internacional.

Domingo, 16 de Julio de 2017
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