Para la economía colombiana el nuevo año 2017 se inicia con enormes expectativas por diferentes razones y motivaciones.
Por tercer año consecutivo, la inflación del 2016 estuvo por encima de la meta del Banco de la República, aunque con tendencia a la baja como ha ocurrido en los últimos cinco meses.
La entrada en vigencia de la Reforma Tributaria – en la que se destaca el aumento del 16 al 19 por ciento del IVA – genera preocupantes inquietudes por la incidencia que seguramente tendrá para el costo de vida y la inflación.
Esto quiere decir que la tradicional cuesta de enero en esta ocasión será más difícil de asimilar por parte de los colombianos.
Para algunos expertos, el aumento del IVA presionará más alzas de precios y el costo de vida se podría situar por encima del 6 por ciento.
El aumento del 7 por ciento del salario mínimo – que quedó en 737.717 pesos – implicará también una cascada de alzas en productos y servicios de gran demanda del público.
Otras expectativas son los altibajos en los precios internacionales del petróleo y la volatilidad del dólar, situación que puede resultar más preocupante ante los anuncios y decisiones que va a tomar la nueva administración de Estados Unidos que se inicia el próximo 20 de enero bajo la batuta del imprevisible presidente Donald Trump.
En efecto, el precio del dólar es una de las grandes incógnitas que pueden ser influenciadas con la llegada del nuevo inquilino de la Casa Blanca, con sus naturales repercusiones en nuestro comercio exterior.
Pero sin duda también hay signos y previsiones positivas como las grandes inversiones programadas para las obras de infraestructura y los nuevos proyectos productivos que se van a concretar e impulsar, tras la consolidación del proceso de paz con las Farc.
Para estos programas se cuenta con el decidido apoyo y respaldo económico de la comunidad internacional.
Según voceros del Gobierno, el crecimiento de la economía para el presente año podría ser del 3 por ciento, debido a la expectativa de la paz, la menor inflación, el descenso en las tasas de interés y el ajuste fiscal que podrían permitir el mantenimiento del grado de inversión.
En lo que respecta a Cúcuta y nuestra zona de frontera, no hay muchos motivos para derrochar optimismo y conformidad.
La inestable situación de nuestros vecinos y sus erráticas políticas gubernamentales nos seguirán afectando en forma grave como ha pasado en los últimos 18 meses.
Es necesario que nuestras autoridades y dirigentes depongan sus diferencias y logren consolidar un frente común que insista en reclamar y exigir al Gobierno Nacional la atención prioritaria que siempre hemos pedido y necesitamos, y que no ha sido debidamente compensada.
Si no lo hacemos nosotros, nadie más lo va a hacer.
