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Repúblicas independientes

¿Por qué delincuentes armados con rifles de guerra recorren, de noche y de día, las zonas fronterizas y los campos de Cúcuta, amenazando a quien se cruce?

Cúcuta dejó de tener frontera con Venezuela. En realidad, la tiene con una serie de repúblicas donde rige la ley de quien tenga la pistola más grande. Porque eso son las zonas rurales, en especial las que tienen que ver con el río Táchira.

Allí no se puede caminar en libertad, como lo garantizaba la Constitución.

El incidente del jueves en la noche con periodistas de La Opinión en la zona de San Faustino es uno más en la larga serie de hechos de inseguridad denunciados inútilmente todos los días por ediles, líderes comunales y vecinos de casi todos los corregimientos y veredas de Cúcuta.

La presencia del Estado es muy limitada en esas zonas donde la criminalidad reina sin obstáculos, porque hasta la fuerza pública expresa reservas cuando tiene que hacer presencia allí por exigencia de hechos gravísimos como asesinatos de los que de ordinario solo se conoce la identidad de las víctimas, si acaso.

Hay zonas entre Cúcuta y Puerto Santander, por ejemplo, donde las gentes tienen que rendirles cuentas permanentes a grupos ilegales armados de uno u otro origen, a pesar de que en la carretera hay un puesto militar y otro de la Policía.

Aunque poco tiene que ver con Cúcuta, La Parada es ejemplo típico de todo lo que es una república independiente dentro de un Estado. Sobra decir cualquier cosa que se añada a lo que se sabe que ocurre allí, y que las autoridades no saben. O si lo conocen, ¿por qué permiten ese enclave criminal allí?

Las trochas del contrabando y del delito están, precisamente, en las zonas rurales de Cúcuta y otros municipios. Y es por allí por donde llegan el combustible y la carne y otras mercancías ilegales. Y por donde sale lo que los reyezuelos de la región quieran. Así de fácil.

Y, según los campesinos, sobre esto hay muchas denuncias ante despachos que tienen que ver con el control del crimen y la seguridad.

A situaciones anómalas como estas, estamos seguros, hacía referencia ayer el presidente Santos cuando señalaba: “¡Cuántas veces hemos oído que no vale la pena denunciar porque los juicios son eternos, porque la investigación no llega a nada, porque las pruebas no son tenidas en cuenta!”. O porque los organismos de seguridad no actúan, por razones que jamás han sido suficientemente explicadas, agregamos.

O ¿cómo explica la Policía el hecho de que junto a la cárcel, un pequeño pero bien armado ejército de delincuentes actúe con toda violencia, en un ambiente de desfachatez, prepotencia y descaro que, además de humillación, causa rabia?

¿Por qué delincuentes armados con rifles de guerra recorren, de noche y de día, las zonas fronterizas y los campos de Cúcuta, amenazando a quien se cruce?

Hay que recuperar esos territorios perdidos. Pero eso no lo pueden hacer ni los líderes de la comunidad ni la comunidad misma, sola, inerme y sin recursos: lo tiene que hacer el Estado, y para ello dispone de todos los instrumentos necesarios. ¿O les faltará acaso voluntad?

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Sábado, 14 de Enero de 2017
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