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¿Y qué tal U gratuita?

Este es un departamento que podría hacer un esfuerzo y, junto con Cúcuta, Pamplona y Ocaña, rediseñar la universidad pública.

Ni estudian ni trabajan. Son los ninis, una categoría de población integrada por jóvenes de ordinario urbanos entre los que hay algunos que no encuentran ni lo uno ni lo otro, mientras que a los demás no les interesa ni una cosa ni otra.

El estudio ‘Perfil juvenil urbano de la inactividad y el desempleo en el país’, del Observatorio laboral de la Universidad del Rosario, estableció que al menos en las trece principales ciudades colombianas hay 582 mil ninis de entre 15 y 24 años.

Son una enorme cantidad de muchachos muy vulnerables, como se puede deducir, con muchas posibilidades de ser reclutados por la delincuencia organizada, que les ofrece cierto tipo de oportunidades que no han encontrado o les han negado.

El fenómeno de los ninis es creciente y se presenta en el mundo entero: miles y miles de jóvenes de ambos sexos viven en verdadera marginación, discriminación y exclusión social y ‘son obligados por las circunstancias a mantener una situación forzada de ocio frustrante, obligatorio, impuesto, incómodo, improductivo, doloroso y angustiante’.

Según el estudio, cuando se analiza la población por actividad económica y edad, en Colombia hay dos extremos, las ciudades que tienen una población con mayor vejez (mayores de 55 años), como Medellín y Pereira, con 25 por ciento, y las más jóvenes (entre 15 y 24 años), como Cartagena y Cúcuta, con 20 por ciento.

De hecho, dice con énfasis el estudio, ‘Cúcuta es una de esas ciudades que en términos laborales tiene todos los indicadores en amarillo o en rojo, es decir, cuenta con la tasa de informalidad más alta, así como una de las más altas de desempleo, muchos jóvenes, mucha migración, luego debería ser objeto de políticas expresas del Ministerio del Trabajo’.

En tales condiciones, los ninis en Cúcuta encuentran menos posibilidades que en el resto del país tanto para estudiar como para trabajar. Y, como no hallan respuesta a sus problemas, se van hacia la informalidad o hacia la delincuencia.

La de estos muchachos es una situación sin salida mientras factores ajenos a ellos no determinen lo contrario. Y, en el caso de Cúcuta, por ejemplo, ese círculo debe romperlo el Estado, por el lado del estudio.

Este es un departamento que podría hacer un esfuerzo y, junto con Cúcuta, Pamplona y Ocaña, rediseñar la universidad pública y convertirla en un verdadero motor de la economía y el desarrollo, y permitirles ingreso gratuito a todos los muchachos nacidos en Norte de Santander, por ejemplo.

Así, se les daría una solución a su problema de vida, ¿por qué no? En una región de familias pobres, como nuestro departamento, no deben ser muchos los estudiantes que pagan una matrícula cara. La mayoría paga un promedio de medio millón de pesos por semestre.

Es una idea, claro, lanzada al aire para estimular la búsqueda de soluciones para nuestros chicos que, aburridos día tras día, están corriendo el riesgo de irse a donde no quieren, antes que sentarse a morir de abulia y de desesperanza.

Y una oportunidad insuperable para pasar a la historia. Un gobernador que se atrevió a plantear para el Catatumbo no el envío de más fuerza pública sino una universidad, puede, perfectamente, dar un paso más allá… Que al menos lo intente.

Miércoles, 19 de Julio de 2017
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