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El Chinche Cucuteño que se vestía como el Chinche
César Yesid Medina  fue reconocido por su parecido con Héctor Ulloa.
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Martes, 27 de Junio de 2017

Su nombre era César y su sueño, ser un empresario musical para sacar de la miseria a muchos jóvenes colombianos que no encuentran una mano que les guie; llevarlos y promoverlos en las emisoras, en clubes y tarimas en busca de su minuto de fama. Hacer programas de televisión y radio con sus voces y de allí, el estrellato...

Pero todo eso acabó  cuando en Bogotá dos mujeres, según la Policía, lo estrangularon para robarlo y despojarlo de una plata que se gané em un chance y del equipo de sonido que poseía. Así fue el final   del Chinche Cucuteño.

Para César Yesid Medina su parecido con Héctor Ulloa, el verdadero Chinche de la televisión colombiana por allá en década del ochenta, lo llevó a ser conocido como el Chinche Cucuteño como los pasteles de garbanzo.

Seguidor del Cúcuta Deportivo al punto de ir a Ibagué, en 2006, a verlo coronarse como campeón del torneo del fútbol profesional colombiano. “Esa alegría la vi y la viví”, decía con cierta melancolía.

En Cúcuta, sus inicios fueron en la droguería de los Assaf por allá en los años setenta como mensajero de “don Eduardo, que gran señor”. De allí saldría, a finales de esa década, para Bogotá en busca de un hermano, al que encontró, pero ya no hubo retorno a Cúcuta, su disipada vida lo llevó de situación en situación para terminar viviendo solo alejado de si hijos y de su familia. Allá encontró otras clases de gentes   con las que compartió: Carlos, “El cerdito” en los esquet de Martin de Francisco, a Jonhson su amigo el fotógrafo, y muchos más con los que sufría sus días, pero en especial con los artistas a los que promovía los fines de semana en estaderos y discoteca de Bogotá.

Su génesis

Era una persona generosa. Durante el pasado campeonato infantil de fútbol femenino realizado en la capital estuvo al pie de la “rojinegra”. No solo la acompañó, sino que le brindó el apoyo que una liga, con muchos más recursos que él, puede dar: agua galletas comidas y hasta almuerzos salieron de su bolsillo para esas niñas a las les decía mis … “paisanitas”.

De seguro este año o el otro lo extrañaran en los torneos del Olaya donde era muy conocido, en los cafés de la séptima, donde los “chinos”, su lugar preferido para descrestar sus invitados, o la bohemia con el fiscal y hablar de fútbol, de aquellas estrellas que como Falcao, revisar esas historias que le apasionaban hasta el amanecer.

Al final, ya no haremos entonces las entrevistas que planteamos, no iremos a los viajes que ideamos ni tendrás la vejez en ese barrio cucuteño que tanto quisiste mi querido “chinche” más aun esas pintas y corbatas se diluirán en el tiempo como puntos de colores que se olvidarán con los días. Pero lo más tristes es el vacío que habrá en las manos de los necesitados por esa ayuda que salía de tus también necesitadas manos, “poco pero bendito”. O de aquel que espera tu solidaridad en días difíciles o las pequeñas comprar para tus hijas, o del sueño de ser lo que ya no se podía ser. Vaya oscuridad a la que te sometieron esas manos que acabaron con tu vida; en la plena esencia de un año en el que esperabas a hacer con poco mucho, Si, … se ha perdido un ser humano en la crueldad de esas gentes que palpitan crueldad en los barrios de esa ciudad en la que nunca te hundiste.

Pueda ser  que  algún día   retornes a Cúcuta  y  deambules  por la quinta  con tus artistas y anécdotas,  con tus sueños y que veas jugar a tu equipo en el General Santander así como lo viste en  Fusagasugá, y que Jonhson te  tome  esa foto  con los  jugadores  para “ufanar”  en lo que se ama  en lo que  se  quiere,  en lo que  no se  pierde, en la esencia de ser cucuteño. Vaya lección que nos dejaste paisanito”.

*Texto y foto tomados de la página de Facebook del periodista Juan Ricardo Gélvez

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