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Frontera
La solución: más frontera
‘La frontera no es una vitrina perfecta, como todo conglomerado social tiene sus problemas’.
Miércoles, 28 de Diciembre de 2016

Hay una vinculación histórica, la cual está registrada en hechos políticos, sociales, económicos y su expresión en las relaciones culturales, familiares y militares. El vínculo es evidente;  los fundadores de San Cristóbal  provenían de Pamplona, antes de ese bautismo, el territorio que hoy ocupa la capital tachirense  era un lugar de paso en la ruta Santafé de Bogotá-Pamplona-La Grita-Mérida. Desde 1.561 hasta 1.777 esta ciudad fronteriza  dependió de las autoridades radicadas en Santafé de Bogotá.  Aunque después de haberse integrado a Venezuela por decisión de la Corona española,  seguía vinculada a Colombia. 

Por cerca de dos siglos no hubo vías óptimas de comunicación con Caracas, para ir hasta esa capital nacional, los tachirenses debían pasar dos veces por el exterior del país; primero a Colombia para salir al Lago de Maracaibo y luego a Curazao donde se embarcaban hacia el puerto caraqueño de La Guaira. Ese aislamiento y los nexos conformados desde la fundación colonial impulsaban a los tachirenses hacia Cúcuta y Pamplona. 

Con respecto a Cúcuta, la relación está marcada desde antes del inicio mismo de la ciudad, pues eran de San Cristóbal los primeros pastores que llegaron a esos parajes,  buscando alimento para el ganado. 

Cronología del cierre

En agosto de 2014 se cerraron por la noche los pasos fronterizos para vehículos y personas y en agosto 2015 el cierre fue total, hasta el pasado 10 de julio de este año que se autorizó el paso de peatones en horas diurnas. Según declaraciones de autoridades civiles y militares hay detenidos durante esos 28 meses de cierre, es decir, se redujo, pero no se ha eliminado el contrabando. 

Este cierre, el primero de tanta duración en la historia, restringió el contacto físico de las personas y las relaciones legales de todo tipo. Pero eso fue lo que cerraron, lo otro, lo existente: las viviendas, las empresas, los caminos y las experiencias compartidas no se pueden cerrar.

Se sabe que la frontera no es una vitrina de la perfección, como todo conglomerado social, presenta delitos y obvio que las trochas y los puentes registran en su haber, el ir y venir de irregularidades, con el conocido respaldo de funcionarios de ambos países.

Las diferencias están presentes

A veces desde Bogotá y Caracas hay un tratamiento inadecuado hacia la frontera, las “causas profundas” que explican las posiciones de desde esas capitales, pueden observarse así. La primera: son los conflictos que genera el mal manejo de la otredad, en el mundo, entre los distintos países la cercanía ha sido causa de fisuras, diferencias y guerras. La segunda, es la incomprensión de la integración natural, no se maneja todo ese antecedente común de cientos de años, uno escucha a los caraqueños y a los bogotanos decir: “y porque vienen tantos de allá para acá… a trabajar o estudiar aquí”. 

Otra causa está en las leyes que no contemplan esa continuidad espacial, hay una espacialidad fronteriza la que se refiere a las actividades y relaciones “horizontales” de todo tipo que realizan los ciudadanos y ciudadanas de ambos lados, no es una definición jurídica sino determinada por la ubicación de las personas, distinta al concepto legal de territorio. 

Hay causas políticas. EE.UU. con el gobierno de Donald Trump puede retomar el bilateralismo y el proteccionismo, el Brexit que impactó a la Unión Europea es signo de esa onda proteccionista que acecha las relaciones económicas y políticas internacionales. Eso reforzará posiciones revanchistas, y buscará el enfrentamiento entre nuestros países, la guerra es un negocio para los vendedores armas.

Y un componente político y social es el alto nivel de xenofobia y nacionalismo, en los dos países hay un ambiente de mutuas descalificaciones que sectores políticos y dominantes han propugnado a  niveles inconvenientes. Aunque del lado venezolano se redujo con la entrada masiva a Cúcuta a comprar víveres.

La Solución: más frontera

Proponemos unificar la actividad económica. Para ello debe construirse una zona transfronteriza donde se planifique y distribuya la actividad productiva y social, especializando a cada ciudad. Tendríamos una ciudad textilera, y así otras tantas como actividades productivas significativas existan; esa es, probablemente, la única manera de  lograr una máxima productividad de empresas, cooperativas y otras formas económicas sociales, y enfrentar el contrabando fronterizo  de insumos industriales.

Ya los dos países aprobaron con imprecisiones  la tarjeta fronteriza –el único acuerdo hasta ahora, junto con las estaciones de servicio que cobraran en pesos–. Nosotros propusimos crear la ciudadanía fronteriza, pero temores sustentados en la ignorancia de lo que es ciudadanía, vetaron el nombre y su sentido. Pero tendremos que ser ciudadanos suramericanos según lo que ha decidido UNASUR. 

Mientras exista una separación policial y restrictiva, viviremos persiguiendo al contrabando y el desarrollo fronterizo seguirá ausente. Las incomprensiones sobre la frontera, aunque será difícil lograrlo, solo se superan, con más frontera.

Pável Rondón

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