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Un mesero poeta es la sensación en Ocaña

Solo estudió hasta octavo grado y por dificultades económicas decidió trabajar.

Anécdotas, historias de vida, poemas, retahílas y fábulas hacen de Ramón David Jiménez, un mesero diferente en Ocaña.

Él, es un campesino desplazado por la guerra. La vena poética la descubrió en medio de la naturaleza durante la niñez en zona rural del municipio de Ábrego.

Tiene 76 poemas y la gente que conoce su talento, lo contrata para amenizar celebraciones como el Día de la Mujer o cumpleaños. El sueño de Jiménez es publicar un libro.

Del campo a la ciudad

En la década de los 80 se respiraba tranquilidad en la vereda El Perico de Ábrego. Una madre soltera concibió a un niño que se levantó en el seno de sus abuelos.

“Nunca conocí a mi padre, mi mamá guardó silencio, pero jamás me hizo falta. Recuerdo que a los cinco años madrugaba a regar los cultivos de cebolla con ramillón y era una ilusión por salir adelante”, agregó.

En la zona comenzó a generarse un conflicto social y los abuelos junto a su madre fueron desplazados por la guerra. “Salimos corriendo con lo que teníamos puesto, la parcela quedó abandonada y nos tocó duro para ganarnos el pan de cada día. Nos radicamos en el barrio La Santa Cruz de Ocaña”.

Se descubre su talento

Jiménez para ganarse la vida echaba frutas en un costal y recorría las calles de los alrededores de la plaza de mercado. En los ratos libres, tomaba papel y lápiz para escribir versos.

Un día ofreció los cítricos al abogado Henry Solano y como lo observó tan pulcro y bien vestido comenzó a declamarle una de sus composiciones.

Al abogado le llamó la atención y le ofreció trabajo en el Club Comercio en donde es el mesero consentido, ya que divierte a los comensales con sus expresiones artísticas y culturales.

En su repertorio se destacan poesías de protesta social, vivencias cotidianas y exaltaciones a seres queridos. Marilady Esper es una de las asiduas clientes del Club y antes de servir el almuerzo solicita la presencia del mesero poeta. “Antes del menú, pido como abrebocas la entonación de una poesía. Es reconfortarte para abrir el apetito”, exclama.

No da abasto declamando y como recompensa a ese esfuerzo, recibe una jugosa propina que comparte con su esposa y los tres hijos. Solo estudió hasta octavo grado y por dificultades económicas decidió trabajar.

Jiménez recordó que la primera poesía la compuso cuando era niño en el campo, luego de una larga jornada cultivando cebolla. Mientras esperaba el pago del jornal comenzó a expresar ese sentimiento de la noche y así fue escribiendo. En sus ratos libres en el Club toma el lapicero y una libreta para plasmar esos sentimientos.

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Martes, 7 de Marzo de 2017
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