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Motocarros: la nueva forma de viajar en El Zulia

Estos pequeños vehículos que prestan servicio en esta zona del área metropolitana.

Con lluvia o sol, todos los días los conductores de los motocarros que transportan a centenares de pasajeros, en El Zulia, ayudan a subir a los pasajeros de más edad, esperan pacientemente a las mujeres embarazadas y andan suave porque casi nunca llevan prisa.

‘Jesús es el camino’, ‘Llegó Chunga’, ‘El Fercho’, ‘Leo y Sebas’, ‘Mi burrito’, son solo algunos de los nombres que se destacan en la frente de cada vehículo.

Como pequeños uniformados de blanco y azul esperan en el parque del barrio Asuaviz, la bomba, o en una esquina de la entrada al pueblo a los usuarios que vienen y van, con mercados, bastones, sillas de ruedas, niños, o en solitario, por los distintos barrios del casco urbano.

Cuando hay actividades especiales, dicen los choferes, les va mejor, como ocurrió en los carnavales.

“¡Nos fue bien, gracias a Dios!”, comentan, mientras recuerdan que en esos días tuvieron más trabajo del habitual, yendo como hormiguitas. “Eso salía uno detrás de otro”, cuentan al unísono.

Otros no trabajaron, pero sí le instalaron equipos de sonido a su curioso transporte y se sumaron a la fiesta.

Cuando no hay tanto ajetreo, dicen que sirven hasta de ambulancia para llevar a personas con dificultad para moverse, heridos, y cualquier persona que requiere un servicio.

Ya les ocurrió con un policía que les solicitó ayuda para llevar a un anciano a un puesto de salud, por haber sido arrollado.

En total, hay 50 vehículos circulando por el pueblo, pero solo 31 están afiliados a Asomotozul, una agremiación legalmente constituida que busca ser reconocida y avalada por el gobierno municipal.

“Todos tienen su logo, su seguro, pagan impuestos, tienen los cinturones de seguridad y sus documentos en regla”, cuenta uno de los presidentes de Asomotozul, Jesús Alberto Mendoza.

¿Por qué uno de los presidentes? Porque algunas diferencias, que no son insuperables, han dividido internamente la asociación, según afirma el fundador -y casi presidente- Jesús Olivares.

Pero pese a los conflictos internos, que esperan resolver unidos como cuando iniciaron su ‘movida’, coinciden en una necesidad: tener un respaldo de la Alcaldía de El Zulia para establecer un horario y trabajar con mayor seguridad, cumpliéndole a la ley.

Sin embargo, los acercamientos con la administración municipal no han sido fáciles.

Entienden que su actividad no es legal ni aquí ni en ningún lugar del país, pero quieren que lo sea.

“Si pudiéramos hablar con el alcalde (Elkin Caballero) para que sacara un decreto, con el que nos establecieran un horario y no tuviéramos problema con las autoridades sería mejor”, dicen. “Estamos dispuestos a cumplir con todo lo que nos pidan, con todos los parámetros, pero que nos dejen trabajar”.

La organización tuvo claro que sin un registro ante la Cámara de Comercio cualquier decisión o solicitud sería complicada. Los impuestos también los pagan, sin importar el monto que asciende a $460.000.

Hasta el momento, solo han tenido un incidente con un pasajero pero se resolvió satisfactoriamente, por contar con el seguro, y se muestran orgullosos de facilitarle la vida a los zulianos.

“La gente nos ha respaldado”, asegura Mendoza. “Ya hubo un rumor, el año pasado, de que nos iban a sacar, y la comunidad recogió más de 2.000 firmas para apoyarnos”.

¿Cómo funcionan?

Cada propietario tiene su vehículo y, por lo general, lo conduce. 

Para afiliarse, se debe pagar una cuota de $40.000 mensuales, para el sostenimiento de la oficina, la impresión de los logos de identificación de cada motocarro y los teléfonos que algunos tienen para prestar el servicio a domicilio, entre otros gastos.

De ahí en adelante, todo es trabajo.

El motocarro consume dos galones de gasolina al día, y sus ganancias ascienden a $30.000 por jornada, y la compra de cada vehículo cuesta $13 millones.

La mayoría dice estar terminando de pagar los vehículos y, curiosamente, asevera que la actividad no debe convertirse en negocio.

“Ya empezamos a tener problemas con uno de los propietarios que compró cuatro carros, y eso no puede ser, porque no es un negocio, sino el sustento de nuestras familias”, expresa Mendoza. “Es un carro por familia, no más”.

Por eso mismo es que quieren que la Alcaldía le ponga límite y reglas al nuevo mecanismo de transporte y se dé una solución para evitar sobreoferta y congestiones.

“Con los 31 carros estamos bien y son suficientes para el casco urbano”, señala Olivares. “No pretendemos tampoco trabajar fuera de esta zona, ni en otros municipios”.

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Sábado, 14 de Enero de 2017
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