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La televisión colombiana está en crisis: Toto
El santandereano manifiesta su preocupación por la falta de buenos actores en el país.
Domingo, 24 de Julio de 2016

“Más veleño que el bocadillo en hoja de bijao”, así se declaró Ariosto Vega Fontecha, más conocido como ‘Toto’ por los colombianos. Su nombre real es el de un italiano, dramaturgo y actor, pero a él no se lo pusieron sus padres porque supieran desde el vientre a lo que se dedicaría su hijo, sino porque así se llamaba un amigo de infancia de su papá.

Tanto él como toda su familia son de Vélez (Santander). A su madre, Mercedes, la describió como todas las santandereanas: una matrona, y a su padre, Antonio, lo calificó como un santo al que admira profundamente. Es el hijo del medio, tiene dos hermanas mayores y dos hermanos menores.

Se considera políticamente incorrecto para decir muchas cosas y no cree en la fama sino en la popularidad, la que mantiene muy debajo de su talón y lucha como todos los de su gremio por la estabilidad laboral y contra el bajo nivel al que han caído las producciones nacionales de televisión.

Lleva 16 años con su pareja Nórida Rodríguez, también actriz. Cada uno tiene un hijo de relaciones anteriores, que curiosamente están también metidos en la industria del cine. “Los hijos no son lo que uno dice sino lo que uno hace”. Su plan favorito cuando descansa es ir a un lugar natural con su familia o estar en pijama en su cama.

¿Cuáles fueron las primeras actuaciones que hizo?

Las primeras fueron en el colegio, pero luego en el pueblo  hacían unas novenas en donde programaban obras de teatro. Mi madre y mis hermanas, desde que tienen uso de memoria, dicen que yo estuve trasteando la sala de mi casa para convertirla en escenografía. Hice mucho teatro. Cuando terminé el bachillerato no tuve duda respecto a lo que iba a estudiar. Me fui a Bogotá hacia el año 1988 a estudiar teatro.

¿Su familia siempre lo apoyó?

Sí, porque en Vélez siempre se ha vivido un ambiente cultural muy fuerte y para ese entonces hubo un impulso del maestro Henry Bohórquez, a quien quiero mucho y me sigue acompañando. Él dio el empujón final para que mis papás se decidieran y pensaran ¿Qué otra cosa iba a hacer diferente a estudiar teatro? En mi casa siempre dijeron sí, no hubo ningún rollo… Me fui decidido a ser actor y a muchos les parecía una locura en esa época.

¿Y qué tan difícil fue cumplir ese sueño?

Era muy difícil, porque había muy pocos actores y el círculo era muy cerrado. Cuando llegué a estudiar y trabajar a Bogotá era absolutamente cerrado y tenía otro ingrediente: todos los que actuaban eran hijos, primos, familiares de alguien. Un círculo con pocas oportunidades para un muchacho de provincia que llegaba literalmente con bocadillos debajo del brazo. Una de las cosas que me siento orgulloso es que todo lo hice a puro pulso, sin favores, solo haciendo lo que mi papá dice: “que el único santo que hace milagros es San Trabajo”.

¿Cuál fue ese primer trabajo, esa primera oportunidad?

Estaba haciendo teatro y alguien me vio y me invitó a un casting. Fui, quedé y comencé a trabajar al tiempo en televisión y teatro. Al comienzo hacer teatro era muy difícil, pagaban muy poco… Claro, un actor acostumbrado a ganar algo mínimo por teatro, pues en televisión pude ganar más dinero y les dije a mis papás “ya soy independiente, no tienen que ver más por mí”. Seguí trabajando, nunca paré.

Hubo un momento en el que hacía tres obras de teatro, al tiempo televisión, luego comencé a estudiar otras cosas para complementar y eso hace que hoy, en esas pausas que tenemos los actores, que si no hay televisión o teatro, el trabajo que siempre tengo es que hago coaching en comunicación efectiva con técnicas actorales.

¿De qué se trata?

Es un trabajo que hago desde hace más de 15 años. Entreno a ejecutivos y políticos, muchos de Santander y de distintas partes del país, sobre temas de comunicación con técnicas actorales y para eso estudié programación neurolingüística, puesta en escena y soy coach. Esto ha sido un tema constante. Hago conferencias. Siempre la dinámica con todo lo que tiene que ver con comunicación.

¿De sus personajes, ¿cuáles son los que más recuerda?

Uno siempre se enamora de los personajes o que le dan siempre relevancia y la gente recuerda o también los que le han causado demasiadas dificultades. Por ejemplo para mí fue muy importante un personaje de una serie que se llamó ‘Me llaman Lolita’, donde hacía a Osquítar, un hombre que tenía discapacidad cognitiva. Para mí fue importante, porque era de mucho cuidado y no quería ni que la gente sintiera lástima ni que lo tomara como un personaje del que burlarse. Otro que me gustó mucho, por el reto, fue el de ‘Escobar en el Patrón de mal’, porque debía hacer a Santorini, un político colombiano (Santofimio), y es un personaje que está vivo y tiene un referente importante y cosas por investigar.

¿Y si le dan a escoger entre actuar en cine, televisión o teatro ¿cuál escoge?

Me quedo con los tres, porque creo que hay buenos y malos actores en teatro, cine y televisión. Un buen actor es capaz de entender para qué medio está trabajando, lo que cambian son los lenguajes y espacios.

¿Cómo califica el momento actual de la televisión colombiana?

Creo que está en una crisis terrible, porque primero no están contratando a los que sean mejores sino más baratos. A la gente no le están dando cosas de calidad. De vez en cuando hacen uno que otro proyecto como es.

Colprensa | Bucaramanga

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