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Vida
Ser ordenado es clave para la felicidad
Más allá de tener cosas útiles, es importante el sentimiento que el objeto produce en usted.
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Colprensa
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Martes, 10 de Enero de 2017

Marie Kondo, la gurú japonesa de la organización, es la fundadora del elogiado método KonMari y autora del libro ‘La Magia del Orden’, número uno en la lista de bestsellers de The New York Times. 
 
Elegida por la revista Time como una de las cien personas más influyentes del mundo, llega con ‘La felicidad después del orden’.
 
Ordenar a la manera de KonMari “no significa vaciar de cosas la casa o hacer que parezca arreglada cuando lleguen visitas, consiste en ordenarla de manera que de felicidad a nuestra vida y la cambie para siempre”, explica su creadora.
 
Las reglas del orden
 
Comprometerse con el orden. El Método KonMari requiere tiempo y esfuerzo.  

Imaginar el estilo de vida ideal. Debe pensar en el tipo de casa en el que quiere vivir y cómo le gustaría que fuera su vida en ella,  ya sea a través del dibujo de un boceto de su casa ideal,    descríbala en su cuaderno de notas o recorte fotos de revistas.   

Aprender a desprenderse de las cosas. Las  personas que parecen no terminar de ordenar nunca son las que  intentan guardarlo todo sin deshacerse de nada. Si los lugares de almacenamiento están repletos de cosas innecesarias, es imposible tenerlas organizadas y esto conduce al mal hábito de acumular.   

Ordenar por categorías, no por ubicación.  Las prendas de vestir reúnalas en un solo sitio, para ver   cuántas hay.  

Seguir el orden temporal correcto, que es: ropa, libros, papeles, komono (artículos menudos) y objetos de valor sentimental. Así perfeccionará la capacidad de distinguir las cosas que le producen felicidad. Las fotos y otros objetos de valor sentimental  no se deben tocar hasta que dicha capacidad no se perfeccione. 

Preguntarse si las cosas le producen felicidad, más allá de si le son útiles.

En datos
 
Tradición. En Japón,  el Fin de Año es la ocasión por tradición para limipiar toda la casa como preparación para el Año Nuevo, es como la “limpieza de primavera”, de otros países. 

Poner orden  significa enfrentarse a uno mismo, porque la responsabilidad por el desorden recae en uno. El desorden crece cuando no se devuelven los objetos al sitio que tienen asignado. Limpiar significa enfrentarse a la naturaleza. Debe hacerse con regularidad para eliminar la suciedad acumulada de forma natural.  

Primero hay que  cumplir un maratón del orden antes de limpiar. Significa completar el proceso de desechar lo que no interesa y decidir dónde guardar todo lo que se desea conservar.

Ordenar ordena la mente;  limpiar, la limpia. Una casa nunca estará verdaderamente limpia si antes no termina de ordenarla.

Poner en orden las ideas

El “podría se útil” es un tabú.  Cuando existe tal pensamiento, seguro es algo de lo que se puede prescindir.  Si es algo que no le causa ninguna felicidad, no dude en desprenderse de ese objeto. 

Los sentimientos de fascinación,  emoción o atracción no son los únicos motivos de felicidad. Un diseño sencillo que facilita el manejo, un grado de funcionalidad que hace la vida más sencilla, un sentido de lo correcto o el reconocimiento de que el objeto que poseemos es útil en nuestra vida cotidiana, también causan felicidad. 

A medida que se afina el sentido  de lo que causa la felicidad mediante la tarea de ordenar, cada persona va conociéndose mucho mejor a sí misma. Mientras cree que algunos objetos no le  producen felicidad, se  da cuenta de que la ausencia de esa felicidad representa en ocasiones a su  propia voz interior.

¿Cómo saber si las cosas le producen felicidad?
 
Sostenga con firmeza, con ambas manos, el objeto. Preste atención al modo como el cuerpo responde cuando hace esto. Cuando algo produce felicidad, se siente alguna emoción, es como si las células del cuerpo se hinchasen. Pero cuando se sostiene algo que no produce ninguna felicidad, se nota el cuerpo más pesado. 
 
Recuerde que no está eligiendo qué desechar,  sino qué conservar. Conserve solo aquellas cosas que le producen felicidad. Y cuando se deshaga de las cosas que no la producen, no olvide darles las gracias antes de decirles adiós. Al despedirnos con un sentimiento de gratitud de cosas que han estado en nuestra vida, formentamos el aprecio por nuestras cosas y el deseo de cuidarlas mejor.

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