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En Villa del Rosario hay un hogar para perros y gatos

Cerca de 350 animales que habitan en la calle encontraron un lugar para su protección.

Los dibujos animados siempre han mostrado a los perros y gatos como rivales, en esos escritos futuristas, no hay cupo para una amistad; pero en Villa del Rosario, la realidad es diferente: hay un refugio en el que 290 gatos y 54 perros comparten residencia.

Se trata de una deteriorada escuela que fue adecuada como hogar de estos animales callejeros que carecían de afecto y atención.

Aquí no hay discriminación. Las puertas siempre están abiertas para uno más, pero uno que de verdad lo necesite, pues no es una guardería para animales ni un hogar de paso, es una casa para todos esos perros y gatos que han sido dejados en las calles y que las enfermedades estuvieron a punto de desaparecer.

En la granja, un sendero lleno de vegetación y un riachuelo amenizan la llegada y el susurro de las palmas junto a los sutiles ladridos de unos cuantos perros, dan la bienvenida.

A primera vista, podría confundirse con un lugar cualquiera. La limpieza es filosofía del sitio y lo hacen no solo por salubridad, sino por el bienestar de los mismos animales.

Los salones que algún día albergaron estudiantes hoy están ocupados por animales en recuperación.

Un amor que viene desde casa 

Édgar Peñaranda, dueño del predio donde funciona el refugio, recuerda que su primer acercamiento con los animales fue cuando, caminando por Quinta Bosch, encontró un perro abandonado. “Tenía una patica partida, aullaba de dolor” relató. “Decidí ayudarlo y lo adopté”. Cuando menos pensó, ya sumaba más de 15 bajo su cuidado. 

Fue por eso que al recibir la finca que heredó de su familia decidió trasladar a sus perros al lugar donde iban a estar más cómodos; fue así como nació Salvamento Canino.

Historias como las de Oso, un perro que fue rescatado con gusanos en los ojos y quedó ciego, o la de Nachi, que fue rescatada con sus orejas quemadas con cigarrillo, o la de Mochito, un criollo que perdió una de sus patas, son las que motivan a Yaniret Lizcano, Karina Yunque,  Iván Barrios y Édgar Peñaranda  a seguir con en el cuidado de los perros.

Cuentan que el amor que reciben por parte de estos animales es indescriptible. Durante el día hay personas que los cuidan y les hacen aseo, pero cuando los animales sienten a sus cuidadores, quisieran salir por la fina malla que los encierra.

Hay espacio para los gatos

En el lugar no solo viven perros, ahora llegaron a vivir gatos. Hace 14 meses a la finca llegó Gladys Janeth Támara, una mujer amante del cuidado de felinos.

Támara aún recuerda, y la voz se le entrecorta, que antes de llegar a esta granja tenía a sus gatos en un lote abandonado en Villa Graciela, pero un día los dueños del predio aparecieron y murieron cerca de 10 gatos.

Su labor por salvar gatos comenzó hace seis años cuando decidió adoptar una gata que le apareció en su casa; desde hace 14 meses llegó a este refugio. Al principio la idea era pagar un arriendo por el lugar, pero al no poder hacerlo el dueño decidió dejárselo para que los gatos tuvieran un espacio digno donde estar con su Tropa Gatuna.

Tanto para los perros como para los gatos, los gastos los cubren los animalistas; dicen que no están apoyados por ninguna entidad ni fundación. Las donaciones las reciben de particulares.

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Magaly Rubio
Magaly Rubio
Sábado, 5 de Agosto de 2017
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