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Carlos de Jesús lleva dos años desaparecido

~ Desde hace 23 meses, cuando fue visto por última vez el joven Carlos de Jesús Segura Carrascal, ni una sola noticia buena ni mala ha tocado a la puerta de sus desesperados parientes.~
~Desde hace 23 meses, cuando fue visto por última vez el joven Carlos de Jesús Segura Carrascal, ni una sola noticia buena ni mala ha tocado a la puerta de sus desesperados parientes.~
Desde hace 23 meses, cuando fue visto por última vez el joven Carlos de Jesús Segura Carrascal, ni una sola noticia buena ni mala ha tocado a la puerta de sus desesperados parientes. Un oscuro silencio se ha apoderado de este caso, que podría estar ligado a un ajuste de cuentas, y sostiene las esperanzas de la madre del joven y de su hermano entre la vida y la muerte.

Los deudos piden, que si está vivo, se lo devuelvan. O, de haber muerto, que les indiquen dónde reposan sus restos para extraerlos, darles cristiana sepultura y así, por fin, volver a dormir en paz.

“Es probable que alguien haya escogido quitarle la vida. Pero esos huesos estuvieron en mi vientre y son míos. Estaría contenta con que, por lo menos, me los entregaran”, dice la madre del desaparecido cobijada de una profunda resignación. “No me interesa saber por qué lo mataron ni quién lo mató. Solo quiero volverlo a tener conmigo”.

Segura Carrascal desapareció el 27 septiembre de 2012. Ese jueves estaba en la avenida 8N con calle 8N del barrio San Martín, en la ciudadela La Libertad. Ninguno de sus familiares presenció el hecho.

Testigos les relataron que un transeúnte, que aparentaba hablar por teléfono celular, se le acercó al joven, lo sujetó por el cuello y lo obligó a montarse en un taxi venezolano. En el carro, al parecer, iba una mujer y tres personas más, de quienes se desconocen sus identidades y sus rasgos físicos.

“Nadie hizo nada para evitar que se lo llevaran. Eso es comprensible. Quienes presenciaron el hecho sintieron temor porque, a lo mejor, los hombres estaban armados. De haber estado en el sitio, me habrían tenido que matar para llevárselo. No lo hubiera permitido”, considera la mamá.

Su reflexión es apenas consecuente con el padecimiento que sobrelleva cada día. Para ella, morir habría sido mejor que tener que acostarse cada noche y no poder dejar de pensar dónde estará su “niño” y qué le habrán hecho.

Durante estos casi dos años se ha dedicado a recorrer diferentes barrios de Cúcuta y su área metropolitana. También algunos de Ureña y San Antonio, en Venezuela.

Sin embargo, “ni una llamada ha recibido por parte de los captores. Tampoco le han entregado información de su posible paradero. En realidad, es como si en la vida solo hubiera parido un hijo, el que ahora está conmigo (un medio hermano de la víctima)”, lamenta la mujer.

Miércoles, 20 de Agosto de 2014
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